lunes, 28 de marzo de 2011

Don´t Forget. Capítulo 3: John Doe


Me encuentro sumido en la oscuridad más absoluta. Esperando con paciencia lo que tenga que pasar. Aquí no siento tristeza, tampoco alegría, no siento dolor, tampoco placer… es como si hubiera traspasado los límites humanos.
Al cabo de un rato, algo empieza a caer. Es nieve, pero no está fría, tampoco caliente. Los copos de nieve brillan, iluminando un pequeño camino. Empiezo a andar por él.

Mientras recorro el fosforescente camino, empiezo a escuchar voces.

- Vamos, hijo, despierta. Es hora de que vuelvas con nosotros. Te prometo que a partir de ahora las cosas serán distintas.-

Es la voz de mi padre, el dependiente del puesto de tiro. Aparece frente a mí en todo su esplendor, portando un montón de palabras vacías. Su promesa es demasiado pequeña, demasiado tardía. Decido seguir mi camino y dejarle atrás. La nieve cubre todo el suelo.

- Te quiero cariño, no nos iremos hasta que te recuperes. Volveremos juntos, como una familia, y cenaremos tu comida favorita: lasaña.

Mi madre, la dependienta de la tienda de regalos, me habla, tentándome con manjares culinarios. “Volveremos juntos”, ¿ahora de repente tiene interés en ser una familia? ¿O simplemente quiere aparentar frente a los demás? Decido seguir mi camino y dejarla atrás. La nieve me cubre los tobillos.

- Hermanito, te he hecho un dibujo. Te lo dejo aquí al lado, ¿vale? -

Mi hermana pequeña, que resulta ser la sobrina de Demi, me deja un dibujo en el suelo. En él me veo a mí mismo, con alas y una aureola, rodeado de ángeles, en una vasta pradera rodeada de verde. La confirmación de mis peores temores. Dejo el dibujo en el suelo a su lado y sigo mi camino, dejándola atrás. La nieve, que ya me llega casi hasta las rodillas, hace que me cueste avanzar.

Sigo andando por aquel oscuro y helado paraje, hasta que poco a poco para de nevar y la nieve se va derritiendo, permitiéndome avanzar con mayor premura. Llego hasta el final del camino, el cual se encuentra delimitado por un gran espejo. En él se observa mi reflejo, pero no me veo a mí exactamente; me veo a mí junto a Demi, abrazados y sonriendo, como la pareja más feliz del mundo. Justo al lado del espejo hay un gran mazo, con un propósito claro para encontrarse allí.
Mi decisión no se hace esperar, ya sé perfectamente lo que tengo que hacer, da igual lo que otros me digan. Pase lo que pase, no olvidaré, seguiré los designios de mi corazón. Porque se lo prometí. Cojo el martillo, lo levanto por encima de mi hombro… y lo tiro lejos, hasta que desaparece de mi vista.

Me paro un segundo a observarnos a Demi y a mí, con una sonrisa resplandeciente. Poco a poco levanto la mano izquierda, tocando el espejo; resulta que lo puedo atravesar. Introduzco la mano poco a poco, luego el brazo entero, luego la pierna izquierda y me dejo caer dentro.

¿Qué por qué lo he hecho, te preguntas? Muy sencillo: estoy loco.

Poco a poco mi cabeza se despeja, como si tras haber estado 50 años encerrado en una caverna de repente saliese a la superficie, sintiéndome liberado. Abro los ojos paulatinamente y lo primero que veo es un techo blanco. Miro en derredor y veo un montón de camillas a mis dos lados. De repente me percato de que un hombre en una mesa no muy alejada me mira fijamente y, tras comprobar que estoy realmente despierto, coge el teléfono.

- ¿Dr. Feelgood? Le llamo de la enfermería, su paciente ya ha despertado… sí, ahora mismo… ¿Entonces lo llevo ya?... Muy bien, vamos para allá.-

El hombre cuelga y se dirige hacia mí, empezando a examinarme.

- Te ha llevado tu tiempo despertarte, ¿eh colega?- Dice el hombre intentando darme conversación.

Tras el ligero reconocimiento, me da una especie de pijama blanco y me saca de la habitación. Recorremos una serie de pasillos, todos ellos recubiertos con color blanco; nos cruzamos con diverso personal, sin embargo esto no tiene pinta de ser un hospital, es demasiado tranquilo. ¿Podría ser una clínica especializada? Tras un par de minutos de caminata en los que intento serenar mi mente, llegamos a un despacho cuyo propósito viene anunciado en una placa: Dr. Herman Feelgood, Psiquiatra jefe. Mi acompañante abre la puerta, me empuja con suavidad al interior y se va.

Me encuentro en una habitación muy bien iluminada, dominada por los colores claros, con un ventanal que permite observar una gran panorámica de la ciudad. Justo enfrente del ventanal hay una mesa, donde se encuentra apoyado un hombre que no podría perder el estigma de médico aunque quisiera. Aún así, resulta entrañable, con su semblante afable, su media calva de pelo y su gran barba blanca.
- Ah, buenos días, joven. Soy el Dr. Herman Feelgood, tu psiquiatra. ¿Cómo te encuentras esta mañana?- Pregunta viniendo hacia mi extendiendo la mano.

Mientras se la estrecho con reticencia pienso que no hay motivos para mentirle al respecto.

- Un poco desorientado, pero bien.-
- Eso es normal, hijo. Ahora dime, ¿cómo puedo llamarte? He leído en tu informe que no te gusta que te llamen por tu verdadero nombre.- Pregunta mientras me ofrece un asiento en una de las dos sillas enfrente de la mesa.

¿Qué informe? ¿Es esa carpeta tan hinchada que hay encima de la mesa? ¿Acaso he estado allí antes? En cualquier caso, no quiero usar mi nombre hasta que sea prudente.

- John Doe[1].-
- Muy gracioso, John, veo que eres un fan de la cultura Estadounidense. ¿Pero quién no lo es hoy día, verdad? – menciona a la vez que se sienta en la silla contigua a la mía y recoge el abultado informe que estaba leyendo hasta mi llegada.

Noto cierta tensión en el afable Dr. Feelgood en cuanto abre esa carpeta y la revisa una vez más; al cabo de un rato la cierra y se inclina hacia mí.

- Verás, John, yo siempre he creído que la confianza hay que ganársela, y yo quiero ganarme la tuya. Por ese motivo, voy a ser franco desde el principio.-

Siento que las siguientes palabras que salgan de su boca no van a gustarme nada.

- Estás en la clínica psiquiátrica Benjamin Button para gente con problemas mentales. Ingresaste aquí hace casi tres años, en Enero de 2011. El 12 de Diciembre de este año 2013 te escapaste durante una visita al domicilio de tus padres. Nos llamaron inmediatamente y, en cuanto supimos de tu huída, tuve una intuición de a dónde irías esta vez; de modo que desplegamos a nuestros guardias en la feria de la que tantas veces hemos hablado en nuestras sesiones. Te terminaron encontrando en la atracción el bosque olvidado, tendido en el suelo al lado de una pistola de fogueo de uno de nuestros empleados. Habías sufrido un colapso nervioso. De eso hace 10 días. Has estado dormido desde entonces. ¿Recuerdas algo de lo que te estoy contando? –

Esto empieza a parecer una broma de mal gusto: primero mi supuesto hermano Joe intenta convencerme de que estaba loco y ahora el Dr. Frasier Crane da una vuelta más, queriéndome hacer creer que he estado 3 años en una casa de locos. Me hace tanta gracia que opto por seguirle el juego.

- Había dos personas conmigo en el bosque olvidado. Uno era mi hermano Joe y la otra mi novia Demi, ¿Qué ha sido de ellos?- Espeto con tono cansino.

Ante esa pregunta el Doctor se dedica a sacar un par de folios del informe y entregármelos en mano. Son fotos de Demi y Joe acompañados de varios artículos de revistas.

- La chica se llama Demetria Devonne Lovato Hart, más conocida como Demi Lovato. Es tu cantante de rock favorita, te tiras el día escuchándola. De hecho, tienes tu habitación repleta de cosas suyas. El otro es Joseph Adam Jonas, aunque se le llama Joe Jonas. Pertenece al grupo “Jonas Brothers”, por cuya música también muestras una especial predilección.-

No quiero creerlo y ahí está, frente a mí, las fotos de ambos, junto a pruebas materiales que acreditan la versión del Doctor.

- ¿Me está diciendo que he matado a un par de estrellas del rock?-
- ¿Matado?- El Doctor parece sorprendido por mi pregunta.
- Sí, yo estaba en el bosque olvidado con el arma de uno de los agentes en la mano. De repente apareció Joe diciendo que era mi hermano y que todo era una farsa y al final disparó a Demi diciendo que lo hacía por protegerme y yo no tuve más remedio que dispararle a él… - las palabras salen atropelladamente de mi boca.
- Espera, John, todo eso no son más que manifestaciones de tu subconsciente.-
- ¡No! ¡No lo son! Demi murió en mis brazos, podía sentirla, me manché de sangre la ropa y además Joe me dio en el estómago…-
- ¿Ves alguna marca de disparo en tu vientre John?-

Esa pregunta me deja sin respuesta. Me levanto la camiseta para comprobar si tengo alguna herida o cicatriz. No hay absolutamente nada. El Doctor me ha vuelto a pillar. Ya vamos 2 a 0.

- Mira John, odio tener que volver a pasar por esto, llevamos 3 años así, pero te lo repetiré tantas veces como sea necesario: Joe eres tú. Es simplemente una manifestación de tu subconsciente retratándote a ti mismo en la forma de un hermano y de una figura que adoras, de manera que no te quede más remedio que dar crédito a lo que él te dice. En esencia, Joe es tu parte consciente advirtiéndote de que debes dejar tu mundo de fantasía. Esta vez no quisiste creerle y por eso le “mataste”. Si hablamos de Demi, bueno, la historia ya es más larga.-

Nada más hablar de Demi, mi corazón se dispara, haciendo que casi se me salga de su pequeño habitáculo en mi pecho.

- No va a convencerme de que Demi no es real, Doctor.- digo con la vista nublada.

El doctor suspira y saca otra hoja del informe, comenzando a recitar lo que en él se encuentra:

- Aquí vamos otra vez, no te rindas, quiero volver a los viejos tiempos, recuerda Diciembre[2],… y la que parece ser tu palabra de trance: Don´t Forget[3]. Mira en la ficha de Demi que te he entregado, John. Son títulos de canciones suyas o estrofas de las mismas.-

Lo compruebo, y tiene toda la razón, eso me deja completamente sin palabras. Había llegado a considerar que estaba loco, pero lo decía con un tono casi sarcástico: ¿Cómo demonios se pueden crear personajes y recuerdos de la nada?

- Demi nació unas semanas después de que pasaras una experiencia un tanto traumática en una relación amorosa. ¿Recuerdas a Lettice? Llevabais casi un año saliendo, pero la relación estaba de capa caída. Sospechabas de ella, de modo que la seguiste a la feria y la viste con otro hombre. – el doctor vuelve a coger el informe para relatarme la historia. – Allí les pudiste ver jugar al tiro al blanco, divertirse en la carpa con diversos juegos, montar en la noria y pasar largo rato en el bosque olvidado. Un par de días más tarde quedaste con ella en el mirador para pedir explicaciones y ella cortó contigo, alegando no poder mantener la relación porque se marchaba de la ciudad.-

No puedo acabar de ubicar las imágenes, ni quiero hacerlo, pero por algún motivo sigo escuchando atentamente:

- Eres una persona muy enamoradiza, hasta el punto que ralla lo patológico, y el hecho de sentirte tan despechado te hizo caer en una profunda depresión. Te enjaulaste en tu propio mundo, usando la música como tu principal fuente de supervivencia, abandonando todo lo demás, dejando tu vida encallada en el pasado. Al principio no trascendía demasiado, simplemente pasabas por un momento difícil, pero cuando empezaste a relacionarte exclusivamente con una novia imaginaria tus padres decidieron intervenir.-

Acabo de encontrar su principal fisura en la historia:

- Se ha colado, doctor, mis padres murieron en un accidente hace casi dos años.-
- ¿Insinúas entonces que Kevin, Lucía y Sheryl no son reales?- Replica el doctor sacando otra foto más del informe.

En aquella foto se me ve a mí en navidades junto a otras tres personas con semblante sonriente. Por algún motivo sé el nombre de cada uno de ellos: el hombre es Kevin, la mujer Lucía y la pequeña se llama Sheryl. ¿Por qué los reconozco? ¿Qué hago yo en una foto con ellos?

- Veo por tu expresión que los has reconocido. Me alegro. Buen trabajo, John.-
- ¿Pero y el piso donde vivo?-
- Otra imaginación tuya, John. Después de lo de Lettice odiaste al mundo entero, culpaste a todos por todo. A tu padre le culpaste de tu acrofobia por aquel accidente cuando tenías 5 años, a tu madre de ser poca atenta contigo y obsesionarse con las apariencias y a tu pequeña hermana de no permitirte vivir una vida normal por tenerla a tu cuidado. Les hiciste daño. De hecho, en este mismo escrito que me entregaste cuentas tu despecho hacia tu familia y tu mundo en general.-

No puedo creerlo, me acaba de entregar una hoja de mi relato “the sickly lover”; al final resulta que es real.

- Este relato se lo di a Demi.- Digo con el tono entrecortado por la nostalgia.
- No, John, lo escribiste para Lettice. Pero se fue antes de que pudieras dárselo. Te llegaste a obsesionar con él hasta el punto de que escribías el mismo relato cada día.-

Empiezo a sollozar y reír débilmente: de rabia, de impotencia, de ignorancia,… El doctor Feelgood me consuela tocándome el hombro.

- Tranquilo, John, saldremos de esta. Por lo pronto, empiezas a ser receptivo frente a la realidad, y ese es siempre el primer paso. El siguiente es reconocer que necesitas ayuda.-

Sin embargo, no puedo rendirme tan fácilmente:

- No, no puede ser. Admito que hay ciertas incoherencias en mi historia, pero, ¡venga! No han podido pasar tres años.- comienzo a decir, levantándome de la silla para dar más énfasis a mis argumentos. - Desde que conocí a Demi pasa un año casi justo, no puede negar todos esos recuerdos junto a ella doctor. Además, ¿qué pasa con los 5 días que estuve investigando su desaparición? ¿Y por qué la policía me buscaba si no me acusaban del secuestro? Dígame, doctor, veamos si también tiene respuesta para eso.

El Dr. Feelgood, con la calma que da la experiencia en su profesión, saca unos cuantos papeles de mi grueso informe, lo cual me da tiempo a calmarme y sentarme de nuevo. En cuanto lo hago, comienza a recitármelos:

- 12 de Diciembre de 2011: “La oscuridad lo engulle todo. Un millar de imágenes pasan por mi mente con la misma celeridad que un tren de alta velocidad transita por sus vías.” ¿Lo recuerdas? Te escapaste durante una visita guiada en esta misma clínica, hiriendo a un trabajador en la huída. Te terminamos encontrando aquella misma noche en el mirador, no muy lejos de la feria, con la linterna-boli del celador en la mano.

Esa es la ocasión que encontré el colgante de mariposa.

- 14 de Diciembre de 2012: “Las palabras se dejan caer con fluidez en el papel en el que escribo, al igual que las lágrimas que derramo ante su ausencia. Ni siquiera estoy seguro de cual es la realidad y cual no, ¿acaso no podría estar ya en una especie de sueño o visión “post-mortem”? ¿Acaso no podría encontrarme representando simplemente las fantasías de un esquizofrénico paranoide?” En esta ocasión te escapas durante una visita a un museo y te terminamos encontrando al día siguiente en tu antiguo instituto, gracias a la llamada del director del centro.

Ese fue la vez que me desmayé en el instituto antes de encontrar ninguna prueba.

- Por último, el 19 de Diciembre de 2013, es decir, este mismo año. En esta ocasión te creíamos bastante avanzado en tu estado, de modo que te dimos un permiso para ir a casa con tu familia. Por desgracia te escapaste y, conociendo tus antecedentes, deduje que probablemente irías a la feria. Y así fue.

El doctor espera a que le de alguna respuesta, pero me he quedado sin palabras, literalmente:

- Cada vez que creemos que estás a punto de recuperarte recaes, John. El día 12 de Diciembre de cada año tu comportamiento cambia y vuelves al principio, es como si tu subconsciente estuviera ligado a esa fecha en particular, esa fecha en la que Lettice te dejó y se marchó para siempre.-
-  ¿Y qué pasa con mis pruebas? ¿Los colgantes de mariposa y la foto? ¿Me va a decir que tampoco existen? –
- Oh, no, la foto sí existe. – rebusca de nuevo en el informe.- Hice que la reconstruyeran, aquí la tienes.-

La foto no muestra para nada lo que yo esperaba: puedo distinguir los bordes en los que se ve la noria luminosa, pero en vez de aparecer Demi y yo, aparecen una chica rubia muy guapa y un tío con chupa de cuero que, por algún motivo, me cayó gordo nada más verlo.

- Son Lettice y el chico con el que fue a la feria. Aquel día 19 que creías haber estado en casa de Demi, estabas en casa de Lettice, examinando sus cosas. ¿No te extrañó que la casa estuviera abandonada cuando tan sólo 5 días atrás sus padres aún vivían allí?-
- Pensé que el disgusto les había hecho marcharse. – Digo con tono derrotista, empapado en sustancia lacrimosa.

Antes de que el Doctor fuera a postrar su mano en mi hombro en forma de consuelo, alguien llama por teléfono.

- Discúlpame, John. ¿Diga? ¿Ya están aquí? Muy bien, mándalos a la sala individual de visitas, nosotros vamos en seguida.-

Cuelga el teléfono y se postra frente a mi rostro regado por las lágrimas; con tono amable pero firme se prepara para su alegato final.

- Ha llegado el momento, John Doe. Tu familia está aquí para verte. Pero antes de ir a verles necesito que reconozcas que has estado viviendo en un mundo imaginario. Necesito que reconozcas que te creaste un mundo ideal en el que no tenías que afrontar tus problemas, en el que eras feliz en tu ignorancia. En definitiva, necesito que aceptes que tienes un problema, que eres un esquizofrénico paranoide. Entonces y sólo entonces podré ayudarte. Por favor, John, ayúdame a ayudarte. – arenga con mirada esperanzadora mientras enciende una grabadora y me la acerca.

Sin duda es el momento, me mira con intensidad desde sus ojos secos a los míos húmedos. Me quedo mirándole largo rato, intentando no creer lo que me está contando; pero ¿cómo no hacerlo cuando todas las pruebas objetivas apuntan a su teoría? No es una hipótesis, es un hecho. Y frente a aquel hecho, mis opciones se relegan a un solo camino.

- Me llamo John Doe, soy esquizofrénico paranoide. Hace tres años, mi novia Lettice,…

Tras mi confesión firmemente grabada me llevan a una sala enorme, la sala de visitas, la cual me resulta ciertamente familiar. Dentro me encuentro con tres personas: un hombre de buena presencia, una mujer con rostro dulce y una niña de unos 8 años que me miraba con curiosidad. A mis labios les cuesta ponerse a funcionar y tiemblan ante la posibilidad de emitir un sólo sonido frente a aquellos “extraños”.

- ¿Papá… mamá… Sheryl? So…Soy… Soy yo.-

No necesito más palabras, los tres se abalanzan sobre mí, dándome un gran abrazo. Las lágrimas caenn por doquier, más mías que suyas. Supongo que he vuelto a casa. Aunque, de repente, oigo una voz familiar.

- Te has olvidado…de…nosotros…[4]-

Esa frase me hace, en cierta manera, arrepentirme de mi decisión. Pero poco a poco ese sonido se desvanece en el aire y, con él, su imagen.


Epílogo

Unos días más tarde me encuentro en mi habitación de la clínica. Se trata de una habitación bastante acogedora, bien iluminada y hasta con una mesa para escribir mis relatos. El Dr. Feelgood dice que escribir me hace mucho bien, que tengo gran talento, siempre y cuando no empiece a realizar mil reproducciones de “the sickly lover”.

La pared está llena de pósters de Demi Lovato y de películas como Star Wars, no pueden quitármelos porque monto un espectáculo cada vez que lo intentan. También tengo los dos únicos CD´s sacados por Demi hasta el momento, en edición especial por supuesto. Los escucho siempre que tengo la ocasión. Así mismo, en las estanterías se disponen varias figuras de acción; me encanta coleccionarlas, es como si la fantasía cobrara vida. También tengo varias mariposas disecadas en pequeñas urnas de luz que yo mismo fabriqué. No obstante, lo más importante para mí, y que ocupa un lugar privilegiado, es el dibujo que me hizo Sheryl cuando estuve inconsciente: yo en el cielo rodeado de ángeles. Será bonito verlo en persona algún día. Pero aún no.

Ya es de noche y estoy sentado en mi cama revisando mis escritos cuando el Doctor Feelgood viene a verme.

- Buenas noches, John Doe, ¿Qué tal te encuentras hoy?-
- Perfectamente, Doctor, ¿y usted? ¿Qué tal su mujer y los niños?-
- Oh, genial, no paran de quejarse de que tener un padre psiquiatra es lo peor del mundo. No pueden mentirme.-

Sonrío ante aquello, yo mejor que nadie conozco el poder destructivo de las mentiras, aunque también conozco lo beneficiosas que pueden llegar a ser; en base a eso, he tomado mi propia determinación.

- Verás, John, vengo a informarte de que, tras estos días de relajación que te he dado para acomodarte de nuevo, mañana retomaremos nuestras sesiones.

No puedo negar que tengo ganas, pero hay algo importante que necesito decirle.

- Dígame Doctor: si le dijera que dos y dos son cinco, ¿me creería?-
- Me temo que no, John.- me dice sentándose a mi lado en la cama.- Dos y dos son cuatro por un motivo.-
- ¿Y si en el colegio le hubieran enseñado que dos y dos son cinco? No le quedaría más remedio que creerme.-
- Bueno…si, pero sólo hasta que descubriera la verdad. Al final me terminaría dando cuenta del engaño.-
- Pero, ¿y si para usted sí funcionara esa mentira? ¿No sería estúpido el creer la verdad cuando la mentira es más efectiva?-

El doctor no acaba de entender a dónde quiero llegar.

- ¿Prefieres vivir en una mentira, John?-
- No es una mentira, es mi verdad. Hace poco leí en la biblioteca de la clínica el libro de Serge Kahili King, “Mastering your hidden self[5]”, en el que menciona lo siguiente: “No existe una verdad absoluta, sino tan sólo una verdad efectiva a una nivel de conciencia individual.”-

Herman Feelgood se queda anonadado ante esta extraña revelación en mí.

- Por eso mismo, Doctor Feelgood, en mi mundo dos y dos son cinco. Y eso no cambiará.-

El buen Doctor se me queda mirando largo rato, como esperando que todo fuera una burda broma mía; pero al ver que no era así no puede más que levantarse de la cama con ademán abatido hacia la salida

- Te veré mañana en mi despacho, John. Que duermas bien.- dice sin mirar atrás.
- Que tenga buenas noches, Doctor Feelgood.-

Tras su marcha me quedo solo en mi cuarto, con la verja de seguridad cerrándose enfrente de mí. Eso no coartará mi libertad, no puede hacerlo. Sin moverme del lugar, sentado en la cama, cierro poco a poco los ojos, permitiéndome entrar en un mundo donde todo es seguro, donde nada me hará daño. Un mundo en el que tengo una promesa que cumplir.

 - Gracias por la ayuda, sin ti habría tardado mil años en recoger todos los abalorios.- me dijo con gran sinceridad al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa.
- No hay de qué, es un placer ayudar a una damisela en apuros.-

Nos miramos fijamente, cuando de repente sonó la alarma de su reloj.

- ¡Oh, vaya, mira qué hora es! Sólo tengo 1 hora para ir a cambiarme a casa y llegar a tiempo al cumpleaños de mi sobrina Sheryl.-
-Bueno, entonces te dejaré con tus cosas. A…adiós.-

Me alejé con reticencia de aquel lugar, lamentando no haber dicho ni hecho nada más cuando, para mi sorpresa, ella se acercó a mí.

-¡Espera! ¿Te gustaría acompañarme? Me vendría bien alguien que me echara una mano con esos monstruitos de 5 años.-

No podía creerlo, aquella chica debía ser muy especial.

-Sí, claro, me encantaría.-
- ¡Perfecto! – dijo sin poder ocultar su alegría. – Entonces quedamos dentro de una hora en la plaza del ayuntamiento.
- Allí estaré.-

Ella se fue con ademán feliz y pude verla, una vez en la lejanía, dándose la vuelta hacia mí:

-Don´t Forget[6]-

No lo haría.




              

 [La semana que viene: "las claves de Don´t Forget", un artículo detallado sobre el relato.]   
                 


[1] Nombre ficticio que traducido al castellano podría ser “menganito” o “fulano de tal”; es usado por aquellos que no quieren exponer su nombre a la luz.
[2] Here we go again, don´t surrender, i wanna get back to the old days, remember December
[3] No te olvides
[4] You´ve forgotten… about…us.
[5] Dominando tu yo mismo oculto.
[6] No te olvides

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