martes, 22 de marzo de 2011

Don´t Forget. Capítulo 2: La feria de las revelaciones


Es como si aún sintiese esas lágrimas, como si aún empapasen aquel lugar. Me encuentro en la antigua casa de Demi. He venido para reflexionar sobre mi incesante búsqueda. Por el momento sólo dispongo de dos pistas: Uno es el mensaje “Don´t forget” y otro su colgante con forma de mariposa. No pude conseguir ninguna prueba en el instituto, aunque reconozco que mi visita a aquella institución fue más un acto de fe que otra cosa. Todo esto no puede ser una coincidencia. Tiene que haber una conexión.
Me encamino a su habitación, evocando los buenos tiempos: ella había sido mi pilar fundamental en la vida, la base sobre lo que se sustentaba todo lo demás. ¿Puede que le otorgara demasiado peso a un solo aspecto de mi vida? No, yo la quiero y no volveré a amar a ninguna otra, y menos aún si todavía queda la posibilidad de poder salvarla. ¿La hay? ¿De verdad la hay? Ni siquiera la policía ha podido hacer nada. ¿Pero qué estoy haciendo aquí? ¿Acaso no soy capaz de dejar el pasado atrás?

Una vez llego a la habitación, puedo verla…quedando paralizado por su visión.

- ¡Por favor, no te rindas, no te rindas, no te rindas[1]!-

Mi rostro refleja mi perplejidad ante su súbita aparición; está justo enfrente de mí, una manifestación más de mi locura, de mi inconsciente desatado. No puedo más que mirarla boquiabierto, con los ojos empapados en lágrimas, escuchando lo que ella tiene que decir.

-¡Por favor, recuerda, recuerda Diciembre[2]!-

Ya es oficial: he perdido el norte. Últimamente la veo más que nunca, es casi como si se proyectara astralmente, como si fuera mi ayudante en la empresa de desenmascarar su propia desaparición. Aunque eso me hace preguntarme, ¿un loco llega a considerar que está loco?

- Nos queríamos tanto entonces, ahora escuchas lo que ellos te dicen, ¡no lo hagas! ¡Recuerda, Recuerda Diciembre![3]-

En su voz no hay emergencia, simplemente necesidad, una dulce necesidad. Mientras me habla, se acerca a mí lentamente para, al final, abrazarme. Yo me abrazo a ella también con todas mis fuerzas. Me susurra palabras al oído.

- Y al final, todas las fotos se quemaron[4].-

En cuanto me comenta aquello, recuerdo que no tengo ni una sola foto suya, ella siempre tuvo la manía de guardar todas nuestras cosas en una caja… ¡la caja! Deshaciéndome cuidadosamente del abrazo de Demi me dirijo a la mesa, para destapar el contenido de aquella caja. Está medio abierta y machacada: no hay nada en su interior, nada que refleje nuestro pasado juntos; ni uno solo de mis relatos ni mucho menos fotos. Un momento, ¿Las fotos se quemaron? No me digas que… ¡la chimenea!

Rápidamente bajo al salón, para descubrir en la chimenea de la pared un montón de papeles enterrados en cenizas. Bien podrían ser fotos por su tamaño, aunque nunca lo sabré; la ceniza, al igual que mi frustración, envuelve todos nuestros recuerdos. Al cabo de un tiempo incluso seré incapaz de recordar la forma de Demi, y sólo quedarían las imágenes que proyectara mi mente…no es algo que vaya a pasar a corto plazo, sobretodo teniéndola encima de mi en todo momento. No soy capaz de dejar las fotos ahí, me dedico a sujetarlas y a acariciarlas mientras ella, a mi espalda, hace lo propio con mi hombro. Dios, ¿cómo he podido llegar a esto?

- Y todo el pasado, es tan sólo una lección aprendida[5].- dijo grácilmente

Eso me hace gracia, es lo mismo que me dijo en aquella ocasión cuando fuimos a la gran feria de la ciudad… ¡Sorpresa! Mientras quito ceniza a una de las fotos puedo observar que no está totalmente quemada, en uno de los bordes se distingue… ¡la noria luminosa! Si, aquella foto es una de las que nos hicimos en la feria.

Una sensación de calidez recorre mi cuerpo y, aunque no tenga relación con su desaparición, me alegra saber que aún mantengo recuerdos del tiempo que pasamos juntos. Mis manos tiemblan mucho, apenas puedo sostener la foto, imagino que debe ser por la intensidad de los recuerdos.
Pero de nada me sirve vivir en el pasado, eso no me va a acercar a Demi. Me pregunto qué pasó con el relato que le escribí, con “the sickly lover”; desde que ella lo leyera se hizo fan de las mariposas, o los lepidópteros como ella los llamaba. Siempre le gustó llamar a las cosas por su nombre…

Mi reloj de muñeca pita y miro la hora, es medianoche. De repente, y gracias al calendario, me doy cuenta de una clave que me llevaría al siguiente nivel. ¡Es 19 de Diciembre! “Recuerda Diciembre”, es lo que Demi lleva diciéndome todo este tiempo, y tiene sentido que lo diga. La feria nacional comienza el 12 de Diciembre y dura una semana; nosotros fuimos hace justo 7 días, dos antes de su desaparición. Hasta ahora creía que Demi hacía mención a Diciembre como el día de su fatídico secuestro. Cual equivocado estaba.
Además, no puedo olvidar el hecho de que fue justo en esa feria cuando consiguió su colgante de mariposa, otra de mis pruebas principales, y lo hizo conmigo. ¿Acaso soy su mariposa?

“Yo soy yo. Soy tu mariposa. Hazme tuyo. Guárdame en la luminiscente jaula de tu corazón.”

Eso decía el extracto del relato que encontré en su habitación, ¿es posible que Demi dejase deliberadamente aquella hoja en su mesa como pista? ¿Es posible que la luminiscente jaula sea la noria luminosa?
Fuera como fuese, todas las pistas halladas hasta ahora apuntan a la feria.

-Será mejor que dejes de liar las cosas porque te van a pillar.[6]- soltó Demi con impaciencia.

Y así es, luces y sirenas de policía se apuestan a la entrada de su casa. Rápidamente bajan del coche y se dirigen hacia aquí. La casa está abandonada, de modo que algún vecino, al verme, habrá avisado del allanamiento. Como fugitivo, si me pillan será el fin de la historia y nunca lograré encontrarla. No dejaré que eso ocurra, menos aún ahora que estoy tan cerca.

Con premura, cojo la foto quemada y me dirijo a la parte trasera de la casa, donde hay una puerta que da al patio. Una vez fuera, y tras comprobar que nadie me ve, empiezo a correr calle abajo. Mis piernas se encuentran flácidas y débiles, pero no puedo parar.
La noche me engulle rápidamente, aunque me reconforta saber que mi próximo objetivo no esté lejos de aquí: la feria donde comenzó todo.

Aguanta Demi, mi esfuerzo no será fútil.

-Quizás no sea demasiado tarde[7]…- Deja caer en mi conciencia.

Espero que tengas razón; por el momento, siento la oscuridad apoderándose de mi ser…

Una auténtica tortura audiovisual, repleta de luces psicotrópicas y sonidos reiterantes. Así es como yo definía las ferias. Demi prefería considerarlas como pequeños lugares de aventura al estilo del país nunca jamás.
Cuando me comentó en clase la idea de ir ese domingo a la feria creí que estaba bromeando pero, ya que apenas llevaba un año en la ciudad, estaba obsesionada con ver cómo se celebraba aquí la festividad local. Y yo no podía negarla nada.

Habíamos llegado a la entrada de la feria; esta se celebraba en el centro de la ciudad, no muy lejos del mirador, donde había espacio más que suficiente para todas las atracciones, entre las que destacaban la noria luminosa y el bosque olvidado. Yo llevaba viniendo desde los 12 años, cuando tuve edad suficiente para venir solo, pero he de reconocer que el hecho de que viniera con Demi lo hacía en cierta manera especial. Mentiría si dijese que nunca había soñado con pasar el día allí con mi chica.
Ya estábamos caminando por la feria cuando de repente ella dio un chillido de emoción y me tiró del brazo en dirección al puesto de tiro. Era un pequeño puesto de madera en el que se encontraban unas cuantas dianas con figuras de distintos colores y tres fusiles dispuestos en línea. Ella me sitúo justo enfrente del fusil que había en medio de los tres y se puso en el de mi izquierda.

- Tenéis 6 dianas cada uno, 6 disparos y debéis tirar por lo menos 3 para optar al premio.- Nos informó el dependiente.

Demi cogió el arma con una determinación que me sorprendió, yo hice lo propio con un suspiro de resignación. Los videojuegos se me daban bien, pero fuera de ellos nunca había tocado nada con forma de arma…salvo mi pistola de agua.

- Vamos, nene, enséñame lo que tienes.- Soltó ella con voz desafiante.

Así dio comienzo la competición. Decidí centrarme en mis objetivos en vez de intentar una confrontación con ella, así evitaría distraerme. Cogí aire y comencé a disparar a los monigotes de metal: un tiro fallido a la figura azul, otro tiro fallido al naranja, otro errado al amarillo…así hasta vaciar el cargador. El arma en cuestión debía estar desviada, porque la única figura que logré acertar fue a la verde, y de chiripa. Tampoco importaba mucho, dudaba que Demi hubiera alcanzado los 3 objetivos.
Miré sus dianas y me quedé perplejo: ¡las había tirado todas! Con gesto arrogante, sopló en el cañón de su arma y la guardó en la funda.

- ¡Enhorabuena, muchacha, tienes un talento natural! Eres la primera que consigue tirarlos todos. Aquí tienes un ticket, puedes canjearlo por un obsequio en la tienda de regalos. Está en esa carpa grande del centro.-
- ¡Muchas gracias! Pero creo que debería darnos otro porque mi novio… ¡oh!- justo en ese momento Demi observó que todas mis dianas, salvo una, seguían intactas. - ¿Ya has terminado? –

Con un gesto abatido deposité el arma encima de la mesa dando a entender que ya había terminado de ponerme en ridículo, ante lo que ella se echó a reír.

- ¿Estás bien? Puede que tan sólo necesites dinamita.[8]. Ya sabes, igual así tiras alguna diana.- lo dijo de broma, pero pudo notar mi postura cabizbaja por la humillación. – Vale, era un mal chiste, pero tranquilo, a la próxima seguro que me ganas. Al fin y al cabo llevas viniendo desde los 12 años…-

No había malicia en su voz, simplemente intentaba hacerme sentir mejor. Era curioso, ¿por qué siempre necesitamos que los demás nos digan lo que parece obvio sólo para que podamos creerlo?

- ¿Sabéis qué? Me habéis caído simpáticos. Me recordáis a mi Lucía y a mi cuando éramos jóvenes, de modo que aquí tienes chico, otro ticket para un obsequio.-

Que hubiera mencionado con tanta melancolía a su supuesta esposa me chocó, teniendo en cuenta que era un hombre de mediana edad, pero ya sea por respeto o por temor a tocar alguna fibra sensible no hice preguntas. Tras darle las gracias al amable dependiente y despedirnos de él abandonamos el puesto de tiro en dirección a la carpa.
Demi estaba como loca por saber qué nos había tocado. La dije que tampoco se hiciera ilusiones, probablemente sería un simple llavero, a lo que ella respondió:

- Si no disfrutas de las pequeñas cosas, ¿Cómo esperas disfrutar de las grandes?-

La contesté que eso me pareció una analogía un tanto pedante, ante eso ella simplemente me regaló una hermosa sonrisa.

La carpa a la que nos dirigíamos era imposible de perder, era al menos el doble de grande que el resto de puestos y estaba ampliamente iluminada. La marabunta de gente que se podía divisar a lo largo y ancho de la feria era sofocante. Odiaba las multitudes, pero a Demi no parecía molestarles, siempre había sido una persona que gozaba del contacto con los demás. Una vez hubiéramos llegado, la pistolera más grande de la feria le entregó a la dependienta de la tienda de regalos los dos tickets.
Había algo perturbadoramente familiar en aquella dependienta, no obstante aparté la mirada, ya que  hubo una escena que me llamó más la atención: un padre y su hijo estaban jugando en un laberinto de barras en un parque cercano a la carpa. El niño, escalando con gran habilidad, consiguió llegar a la cima de la estructura, pero resbaló y cayó, aunque por fortuna su padre estaba atento y lo cogió en el aire en el último momento. La escena me produjo un extraño pinchazo en la nuca, mi padre y yo nunca tuvimos una verdadera relación. De hecho, cuando él murió, apenas sentí nada, ¿me convertía eso en un monstruo? ¿En alguien desequilibrado?

-¡Ya los tengo! Son un par de colgantes de mariposa, están haciendo promoción de ellos. Parece que serán lo más IN de la próxima temporada y nosotros los tenemos antes que nadie. ¡Te lo dije! ¡Molamos[9]! – dijo parodiando a las típicas animadoras de instituto.

Cogí uno de los colgantes que sostenía: era una mariposa de colores azul y blanco, hecha de metal, del que destacaban un par de brillantes en forma de ojos. Se lo até al cuello con cuidado de no enredar el cordón con su sedoso pelo.
A continuación, cogí el segundo lepidóptero artificial y se lo metí en el bolsillo de la chaqueta. No tenía interés alguno en llevar un insecto encima.

- Gracias por el regalo, si no fuera porque me has traído no lo tendría, a pesar de tu brillante puntería.- se mofaba de mí, aunque no me importaba. – Ahora soy tu mariposa.-

Se hizo un silencio nada incómodo en el que nos miramos fijamente a los ojos, aunque no duró todo lo que desearía:

-¡Ahora vamos a la luminiscente jaula!-


Se refería por supuesto a una de las dos atracciones más interesantes de toda la feria: la noria luminosa. Se trataba de una estructura de 13 metros de altura, compuesta de 10 góndolas cuya mayor particularidad era su espectacular iluminación… aparte de sus maravillosas vistas.
Al llegar allí me sorprendió el hecho de que no hubiera cola, lo cual era bueno pues pudimos entrar directamente; además, justo entonces la noria acababa de terminar el viaje. Demi y yo entramos en una de las góndolas y nos sentamos el uno al lado del otro. En cuanto la noria comenzó a funcionar, ella profirió un gritito de sorpresa, al tiempo que me apretaba con fuerza la mano. A veces me sorprendía lo fuerte y lo frágil que podía ser a la vez.

La noria se elevaba sobre el suelo lenta y grácilmente, lo que permitía degustar cada una de las sensaciones que experimenta el hombre cuando abandona su condición de ente terrestre y  siente la dulce emoción de encontrarse cerca de las estrellas.
Mi estado era contradictorio: recordaba perfectamente haber montado aquella atracción desde la primera vez que estuve en aquel festival, pero en cuanto la noria llegó a su máxima altura, postrando ante nosotros la visión de toda la ciudad, iluminada de forma magistral por el ser humano, sentí como si fuera la primera vez que hubiera visto algo así. Ese pensamiento, esa visión, me produjo escalofríos.

-Esto es increíble, tan lejos, tan genial[10]… ¡Mira! – soltó de repente junto a uno de sus característicos chillidos. – Allí fue donde nos conocimos; lo recuerdas, ¿verdad?

Cómo olvidarlo, en un par de días habría pasado un año de aquel momento: yo andaba por la calle principal camino a casa inmerso en mi clásico ensimismamiento cuando, de repente, alguien chocó contra mi. Hubo un sonido extraño, como si varias cosas cayeran al suelo y se desperdigaran; aunque nada comparable al grito de disgusto que profirió la persona contra la que me golpeé. Rápidamente me incorporé y ayudé al accidentado, sólo para comprobar que… era la chica más hermosa que había visto en mi vida. Se la veía alterada.

- ¡Ay, Dios! ¡Se me ha caído todo! Oye podrías… - En cuanto me miró a la cara ella se quedó tan ruborizada como yo.- Eh, bueno, si no estás muy ocupado, ¿podrías ayudarme a recogerlo todo, por favor? Es que voy con mucha prisa.-

Resulta que lo que se había caído era una caja de abalorios; la calle estaba repleta de pequeñas figuras de joyas para niños. No me importó ayudarla a recogerlos, menos aún si eso me permitía pasar más tiempo junto a ella. En los 20 minutos que nos llevó recogerlos todos me dijo que se llamaba Demi, que acababa de llegar a la ciudad y que los abalorios eran para el cumpleaños de su sobrina. La verdad es que, pese a las extrañas miradas de los curiosos, resultó entretenido buscar diminutas bolas perdidas junto a aquella desconocida.
Más curioso resultó aún que ella me invitase a acompañarla al cumpleaños de su sobrina y que, al día siguiente, me invitara a salir, y que día tras día nos siguiéramos viendo…

-¿Qué es ese sitio? Desde aquí se ve precioso.- Preguntó Demi sacándome de mis recuerdos y señalando un paraje dispuesto al final de la feria.
Se refería por supuesto a la otra gran atracción de la feria: el bosque olvidado. Era una especie de parque tenuemente iluminado, pensado para dar un agradable paseo después de dar vueltas y vueltas sin sentido en los distintos artefactos mecánicos dispuestos en la feria. Destacaba por su gran tamaño y el hecho de que las estrellas fueran especialmente visibles desde allí, lo que lo hacía un lugar perfecto para parejas.

No hizo falta que ella abriera la boca, podía sentir su deseo de ir hacia allí. De modo que, tras los 5 minutos más extraños que experimenté en una atracción, fuimos hacia allí. Curiosamente, desde que entramos en aquel frondoso paraje no nos cruzamos con una sola persona. Andamos hasta más o menos la mitad del parque y decidimos sentarnos en un banco de madera situado en una esquina, graciosamente bañado por la luz de una farola.
Reclinados en el banco, yo abrazando su espalda y recreándome en cada uno de los olores que su pelo desprendía, el gran silencio que se produjo me hizo sospechar que algo importante iba a decirme:

- ¿Sabes? Últimamente he pensado mucho en ti. Has dejado la medicación porque sólo te causa dolor, no vas al médico porque dices que no deja de decirte que estás desequilibrado, te sientes perdido incluso cuando estás en el camino correcto[11],… pero, lo eres todo para mí aun cuando estuvieses loco[12].-

No estaba loco, eso era lo que “los profesionales de la mente humana” pensaban. No había tenido relación con mis padres salvo un par de paseos con mi madre al parque cuando era pequeño; siempre estaban demasiado ocupados trabajando como para preocuparse por mí. No recuerdo un solo acontecimiento destacable en mi vida en el que ellos estuvieran presentes. La única diferencia de cuando estaban vivos a ahora es que nadie me deja notas disculpándose por no comer conmigo.
Por desgracia, todos estos antecedentes familiares terminarían por volverse contra mí en un futuro no muy lejano.

- Tu mente…tú…eres un descarrilamiento, pero no te querría de otra forma[13].- Dijo dándose ligeramente la vuelta para besarme con ternura.

Esas palabras me llenaron por dentro. Todos buscamos a alguien que nos quiera por lo que somos, no porque lo que parecemos; un amor puro e incondicional. La quería tantísimo. La luz que nos envolvía era como nuestro refugio, como un simbolismo de nuestra unión eterna, de la esencia inquebrantable de nuestro vínculo.
Luz. Luz. Nada más que luz. Pero aquella se acabó fundiendo, expandiéndose la oscuridad a nuestro alrededor. Y ella dejó de besarme.

- Tranquilo, todo el pasado es tan sólo una lección aprendida[14]. – Dijo su voz en la oscuridad.

El efecto mariposa. He oído hablar de él: si una mariposa simplemente bate sus alas en occidente, puede producir un tornado en oriente, o algo así. En mi caso, es un simple colgante lo que me ha llevado hasta este punto. Demi me ha proporcionado las piezas y yo simplemente debo ir juntándolas; el puzzle está a punto de destapar su imagen final. Puedo sentirlo.

Llego a la feria junto a toda la marabunta de gente; no obstante, entro por el que considero el acceso menos obvio. A pesar de que sólo ha pasado una semana desde que estuve allí, las cosas han cambiado sustancialmente: hay más puestos, más espacio y se nota un ambiente distinto. No obstante no es eso lo que más me llama la atención, puedo percibir una cantidad notable de agentes de policía en la zona. Me andan buscando, son lo suficientemente necios como para pensar que yo tuve algo que ver en la desaparición de la persona que amo.

Al entrar siento de pronto un fuerte dolor de cabeza, no sólo eso, sino una sensación extraña, como si el aire fuera más pesado. No tengo tiempo para eso, pero justo entonces, lo oigo. Un chillido familiar. Giro la cabeza en dirección a la procedencia del sonido y la veo. Se la ve exactamente igual que el día que estuvimos en la feria, igual de emocionada, igual de sonriente, me está cogiendo del brazo en dirección a algún sitio.
A pesar de mi desorientación, les sigo. Gracias a la oleada de gente allí presente el dolor de cabeza se me hace más insoportable, el cual no mejora gracias a los sonidos distorsionados y las vibrantes luces.
Paso a paso, apartando a la gente, les veo llegar al viejo puesto de tiro, posicionándose para disparar, para luego ir desapareciendo paulatinamente frente a mí. En cuanto se van, mi cabeza se despeja y el puesto de tiro cambia en su estética: ahora es completamente nuevo, las dianas son las típicas en forma de circunferencias concéntricas y el dependiente no tiene nada que ver con aquel hombre de mediana edad.

No sé porque me han traído hasta aquí, aunque todas mis dudas se despejan en cuanto observo que la noria está a pocos pasos de allí. Una sensación extraña me embarga, recordaba aquella estructura circular mucho menos colosal.

- ¡Ahora vamos a la luminiscente jaula! – Oí en mi interior.

Con cierta reticencia me dirijo hacia allí, con cuidado de no llamar mucho la atención; cosa que de poco me serviría ya que, al llegar a los pies de la noria, puedo observar la presencia de dos agentes hablando cerca del acceso a las góndolas. No puedo detenerme ahora, necesito acceder, puede que allí encuentre mi siguiente pista.

Me pongo en la cola, en medio de un grupo de adolescentes que me miran con caras extrañas; yo procuro mantener gacha la mía. Poco a poco nos vamos acercando a la entrada. A medida que lo hacemos siento una ansiedad creciente dentro de mí, como algo que va surgiendo del mar poco a poco. Más y más fuerte. Hasta el punto de que, llegados al acceso a las góndolas, siento mi cabeza explotar, haciéndome gemir de dolor y salir de la cola inmediatamente. Es la misma sensación que antes, mi visión se nubla y mi cuerpo tiembla hasta que de pronto veo algo en el suelo: son abalorios, pero no están dispuestos de forma aleatoria como si se hubieran caído, forman una especie de camino, como una señal.

Me decido a seguirlos cuando, de pronto, alguien me pone la mano en el hombro y me da la vuelta con cuidado. Era un agente de policía. Mi pulso se dispara como un cohete al despegar:

- Eh, chico, ¿estás bien? ¿Necesitas un médico?- Me mira durante un rato largo mientras yo busco alguna excusa. – Eh, un momento… ¿tú no eres? – Mientras se da cuenta de que le ha tocado el gordo, va desabrochando la funda de su arma.

Es el momento, me han pillado, sólo hay una cosa que pueda hacer. Rápidamente empujo con todas mis fuerzas al policía, haciéndonos caer, junto a la pistola, en el proceso. Instintivamente la cojo y salgo corriendo en la dirección que marcan los abalorios dispuestos en el suelo.

El mundo me da mil vueltas, todo está totalmente distorsionado, tan sólo soy capaz de distinguir el camino de abalorios que brillan con la fuerza de diamantes en terciopelo negro y la figura dinámica de mis perseguidores.
Mientras corro, esquivando a diversos agentes a través de los distintos puestos mientras sigo mi última pista, me doy cuenta de que voy en dirección al bosque olvidado. Si. Ya puedo ver la verja de entrada. Aprieto el paso todo lo que puedo. Noto una gran conmoción alrededor y me doy cuenta de que aún tengo el arma de aquel agente en mis manos. El mareo se hace más intenso. Ahora ya ni siquiera veo el reguero de abalorios, no veo nada, simplemente la entrada; muevo mis pies más aún. Consigo llegar con el tiempo justo para pasar y cerrar esa estrecha verja echando el cerrojo, impidiendo el paso a cualquier otro ente humano más.

- ¡Maldita sea, chico, vuelve! Sólo queremos ayudarte.- Grita uno de los agentes.

Un recurso retórico novedoso cuanto menos. Me interno con brío en el bosque olvidado. He de darme prisa, existe por lo menos otra entrada, no tendría demasiado tiempo hasta que la policía entrase a por mí.
Mi cabeza se encuentra despejada de nuevo lo que me permite observar que, efectivamente, el reguero de abalorios ha desaparecido completamente. Ya no lo necesito, sé a dónde debo dirigirme.
Siento que apenas puedo mantenerme en pie, en vez de andar me tambaleo de un lado a otro, me tiembla todo el cuerpo, sobretodo la mano por el peso que me supone ese arma.

Al final consigo llegar. Aquel banco bañado por la tenue luz de una farola destaca enfrente de mí. En cuanto pongo un pie en su dirección, se encienden con gran estruendo las lámparas que hay en el suelo del parque bañando el ambiente con una gran luz blanca; debe ser cosa de la policía, me andan buscando. Mientras me acerco poco a poco al banco observo que hay algo brillando encima de él.
No se oye ni un solo ruido a mí alrededor, ni una ligera brisa, es como si de repente estuviera en otra realidad distinta. El objeto brillante en el centro del banco es un colgante, un colgante de mariposa. Ya tengo dos, el que le di y el suyo. Pero, ¿qué significa esto?

- Significa que has acabado igual que has empezado, encontrando una mariposa. Es decir, no tienes nada. – Esa voz extraña se proyecta desde alguna esquina oscura.

Instintivamente levanto el arma en todas las direcciones desde las que podría venir la voz. No cabe duda alguna, es el secuestrador. Poco a poco va saliendo de las sombras y puedo verle: es un chico más o menos de mi edad, de aspecto despreocupado y condescendiente.

- ¿Dónde está? – Le exijo apuntándole como puedo con el arma
- ¿Sabes? La variedad de lepidópteros…-
- ¿DÓNDE ESTÁ? – Mi mente se está haciendo añicos, hace mil pasos que dejé de entender todo lo que está pasando.

El chico hace un gesto en las sombras, apareciendo otra persona en escena: ¡es ella! ¡Está viva! Demi hace un amago de venir hacia mí pero el secuestrador saca un arma y la apunta, lo cual la disuade. Observo que están cada uno a un lado distinto del camino, el secuestrador a la derecha y la secuestrada a la izquierda, pero no quiero correr riesgos con rescates improvisados.

- Primero las presentaciones. Dile tu nombre a nuestro amigo.- Exige el perturbado individuo.

Demi hace un amago de no entender, pero obedece:

- Me llamo Demetria Devonne Lovato Hart.- dice entre susurros.
- ¿También conocida como…? – Intenta complementar el agresor.
-  Demi Lovato.-

El secuestrador me mira a mi como esperando que reaccionase con sorpresa. No lo hago, ¿qué pretende demostrar?

- ¡Basta de paridas! ¿Quién eres?- Dije casi gritando.
-  Soy el hermano.- Responde con soberbia
-  Demi no tiene hermanos.-
-  No, cabeza de alcornoque. TU hermano. Y me llamo Joe, por cierto, encantado de conocerte.-

Me reiría, si recordase cómo. Es la mayor estupidez que he oído desde que comenzó toda esta locura.

- ¿Pretendes hacerme creer que mi hermano desaparecido, Joe, ha secuestrado a mi novia, Demi? ¡Estás loco!-
- Vaya, le dijo la sartén al cazo. Al menos yo no voy por ahí con novias imaginarias.-
- Qu… ¿Qué? – Reconozco que eso me ha pillado totalmente por sorpresa.
- Te lo diré de una manera que hasta tú puedas entenderlo: ella NO existe. NO es real. Tú te la has inventado.-

Aquello ya trasciende los límites de la locura más absoluta, ¿de verdad va a hacerme creer que mi novia, la chica con la que llevaba viviendo el año más feliz de mi vida, no existe? Tendrá que esforzarse un poco más.

- Ya tienes que ser tú verdaderamente estúpido para secuestrar algo que no existe.- Repuse con audacia.
- Hermanito, desde que nuestros padres murieran, has estado muy raro. Todos creían que estabas loco, menos yo. Sabía que tan sólo necesitabas tiempo para superar el trauma, que igual hasta te venía bien eso de inventarte a alguien con quién compartir frustraciones. Pero en cuanto pasó un año y tus elucubraciones iban a más, supe que tenía que intervenir.
- De modo que la secuestraste. Muy listo, “hermano”. – dije con sátira. – Lástima que esté tipificado como delito. –

El chico suspira, empieza a asustarme la convicción con la que suelta toda esa sarta de tonterías.

- Piensa por un momento. Todas las pistas que tienes fueron puestas ahí por algo ¿quién te las ha proporcionado? ¿Por qué en casa de Demi no estaba tu relato? ¿Por qué estaban todas las fotos quemadas?-

Espera que yo responda, no pienso hacerlo.

– No has montado en la noria, ¿verdad?-

En eso tiene razón, pero es simplemente porque me mareé antes de entrar, probablemente por la presión y el estrés.
- Pensarás que es por la presión o el estrés, pero no. Es porque tienes acrofobia, miedo a las alturas. En tu vida has montado en algo que fuera más grande que un montículo de arena.-
-  Menuda estupidez, llevo montando atracciones enormes desde pequeño.-
- De pequeño, querido hermano. – replicó de seguido Joe. –estabas jugando con tu padre en lo alto de un parque, te caíste de una altura de más de 3 metros y tu cabeza chocó contra una roca. Quedaste inconsciente y te dieron 5 puntos. Desde entonces temes incluso el sacar la cabeza por una ventana.-

¿De qué demonios está hablando? Mi padre jamás me llevó al parque, era un hombre obsesionado con el trabajo al que apenas veía. Me llevo instintivamente una mano a la cabeza, buscando una cicatriz; con gran sorpresa, descubro un pequeño bulto en la parte trasera, cerca de la nuca. Ese descubrimiento me sienta como un directo dirigido al estómago.

- Todo lo que he hecho, lo he hecho por un motivo, hermanito. Que vuelvas a vivir, que recuerdes quién eres en realidad y sigas adelante. Por eso te dejé mi móvil enfrente del puesto del mirador con aquel mensaje, “Don´t Forget”; pensé que quizás así despertarías. No fue así, y eso nos ha llevado hasta este momento. Mírate las manos.

Mis manos tiemblan de manera ostentosa, ya apenas puedo controlarlas, apenas puedo apuntar a Joe.

- Pregúntate por qué realmente te tiemblan las manos, hermanito. – hizo un silencio elocuente antes de continuar, como preparando su siguiente golpe. - ¿De verdad crees que estoy apuntando a alguien?-

No quiero creer nada de lo que dice, no puedo hacerlo, Demi está enfrente de mí con expresión aterrorizada. Tan sólo el verla así me duele, sólo por eso sentimiento sé que ella es real.

- Puede que yo sea el loco, puede que lo sea Demi o que simplemente lo seas tú. Pero los hechos inmediatos te apuntan a ti, hermanito. También puede ser que todos estemos locos, ¿sabes cuantas fobias existen en el mundo?-

Si que lo sé, leí un artículo al respecto y la conclusión a la que llegaron es que todo el mundo tiene fobia a algo: puede ser algo tan ridículo como fobia a los payasos denominada coulrofobia o a las palabras largas como ocurría irónicamente con la hippotomonstrosesquipedaliofobia. El caso es que todos tenemos un punto débil a nivel  mental. Yo tengo alguno, lo reconozco, pero no soy un loco que se inventa gente. ¡No lo soy!

- Ha llegado la hora, hermanito. Ya te he dado todas las piezas del puzzle, ahora te toca a ti montarlas todas y descubrir la imagen que hay detrás, por dolorosa que sea. Adiós.-

Tras esto, aprieta el gatillo y da a Demi de lleno. Cae. Mi vida se derrumba junto a ella:

- ¡NOOOOOOOOOOOOOO!-

Ese típico grito de dolor acompaña a la lluvia de balas que se disparan de mi arma en dirección a mi supuesto hermano, precipitándose herido al suelo con una sonrisa en los labios, no sin antes haberme propinado un tiro en el estómago.

Suelto el arma dejando que resbale entre mis dedos, encaminándome en dirección a Demi con pasos forzados. Me dejo caer a su lado, cogiéndola en mis brazos, importándome poco el dolor de mi cavidad abdominal Aún tiene sus preciosos ojos negros abiertos, como un vacío que se abre ante mí. La sangre brotando de su vestido negro, como una vorágine roja que se llevará su inocente esencia, las flores beneficiándose de su dulce sangre. La muerte ante nuestros ojos.

- ¿Te olvidaste de que estaba viva?[15]- dice con un hilo de voz
- No, claro que no, por eso te he buscado.-

Los ojos se me llenan de lágrimas, apenas puedo hablar.

- ¿Te olvidaste de todo lo que tuvimos juntos?[16]-
- No, lo recuerdo todo, hasta el último detalle.-
- ¿Te has olvidado… te has olvidado de mi?[17]-
- No, y jamás lo haré. Te lo prometo.-

Ante mi última frase sonríe y va cerrando poco a poco los ojos.

- Algo…hicimos mal[18].- Deja caer con su último suspiro.

Más gritos, más referencias teológicas, el por qué de la vida. No soy capaz de escuchar mi propia voz, mis sentidos se han desvanecido por completo y en su lugar el dolor instaura una anarquía en mí.
Ese es su final. El final de nuestra historia. Quizás no, siento que soy el siguiente en la negra lista de la muerte.

La dejo con cuidado en el suelo y mi mundo empieza a desvanecerse. Todos mis recuerdos, mis sensaciones, mis emociones, los minutos que pasé junto a ella, empiezan a reproducirse ante mí como una maratón televisiva. Todas las luces van atenuándose y el mundo empieza a ser dominado por el monstruo de lo negruzco.

Ya tendido en el suelo, degustando mí último latido, tengo fuerzas para mirar hacia arriba y observar cómo las estrellas refulgen en el cielo. Justo entonces, la veo pasar: una mariposa azul y blanca, revoloteando juguetonamente entre aquellos astros. Desearía ser esa mariposa.

¿O acaso ya lo soy?




[¡Esto aún no ha terminado! ¡Sé el primero en conocer el deselance la semana que viene en el Capítulo final: John Doe!]




[1] Don´t surrender, surrender, surrender!
[2] Please remember, remember December!
[3] We were so in love back then, now you´re listening to what they say, don´t go that way! Remember, remember December!
[4] And at last, all the pictures have been burned
[5] And all the past, is just a lesson that we´ve learned.
[6] You better stop messing around cause you gonna get caught
[7] Maybe it´s not too late
[8] You just might need dynamite
[9] We rock
[10] So far, so great.
[11] You fled your medication cuz it only causes pain, you won´t go to the doctor he keeps calling you insane, you´re lost even when you´re going the right way
[12] You mean the world to me even though you might be crazy
[13] You´re a trainwreck but i wouldn´t love you if you changed
[14] All the past, it´s a lesson that we´ve learned
[15] Did you forget that i was even alive?
[16] Did you forget everything we ever had?
[17] Did you forget, did you forget about me?
[18] Somewhere we went wrong

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