lunes, 30 de enero de 2012

La importancia de ser un perdedor. Capítulo 4: A change is gonna come


Las palabras de mi padre me dejan helado. Lo único que llega a mis oídos es el nombre y la dirección de la clínica privada en la que se encuentra la accidentada. Cojo las llaves del coche, configuro su GPS y voy volando hacia allí.

Apenas soy consciente de todo lo que estoy haciendo. Vi a Clara un par de veces y mi opinión sobre ella es muy positiva. Su forma de ser, independiente y dulce al mismo tiempo, juzgando a la gente por su interior y no su exterior me recordó a mi propia madre. Supongo que tengo tanta prisa en llegar no sólo para apoyar a Nicole, sino también para comprobar que ese accidente no es nada grave.

Al llegar a la clínica observo que hay bastante clientela. No es raro si tenemos en cuenta que los disturbios, según comentan los medios, ya han estallado por todo Londres. Me dirijo al mostrador donde me encuentro, para mi sorpresa, con dos conocidos.

-         ¡Moss, Kim! ¿Cuándo habéis llegado?-
-         Ahora mismo Ray… digo Trey.- Dice Moss.
-         Al final voy a hacerme paso a patadas, llevo 10 minutos intentado hablar con la PUTA del mostrador.- Refunfuña Kim lo bastante alto como para que la oigan.

Con las prisas no me he dado cuenta pero, ahora que tenemos que esperar, me fijo en que Moss lleva dos cosas: una boina roja y una adolescente anarquista tira botellas. He de decir que ninguna de las dos le pega.

-         ¿Por qué estáis aquí juntos?- Pregunto con ánimo indagatorio.
-         Hemos llegado a la vez.- Suelta Kim.
-         Eh, s… n… esto…- Intenta apoyar Moss.

Ante su balbuceo, Kim le da un codazo en la tripa.

-         Hemos llegado a la vez.- Termina diciendo de un tirón a la vez que intenta recuperar el aliento perdido por el golpe.

Llega nuestro turno en la cola antes de que pueda abrir la boca para decir algo al respecto. Pregunto por Clara a la recepcionista y nos dirigimos rápidamente, yo encabezando la marcha, hacia la habitación en la que está ingresada. Una vez allí, entro el primero, encontrándome con una lacrimógena Nicole que agarra la mano a su madre, quién está conectada a un montón de tubos, dotándola de un aspecto frágil. Observando mejor a Clara, puedo observar una cicatriz bastante grande, de unos 10 cm, en su sien derecha Al ver todo esto, freno la marcha por la impactante imagen y me quedo petrificado; Nicole se ha percatado de mi presencia y viene hacia mí. La abrazo tan fuerte como puedo.

-         He venido en cuanto me he enterado, ¿cómo está?-

Ella no contesta, si no que se queda mirando hacia la puerta. Mejor dicho, hacia la persona que está en la puerta. Deja de abrazarme.

-         ¿Qué haces tú aquí? Le dije a tu madre que bajo ningún concepto vinieras.-

Nicole se dirige hacia Kim con ese tono que nunca antes había oído en ella. La sorpresa es patente en todos los presentes.

-         ¿Se puede saber qué te he hecho yo?- Pregunta desconcertada Kim.
-         ¡Es por tu culpa! ¡Por todos los que estáis haciendo estas ridículas revueltas! ¡Los que terminan pagando vuestras estupideces son la gente inocente como mi madre!-
-         No sé de qué coño estás hablando, Nikki.
-         ¡Sí! ¡Sí lo sabes, Kim! ¡Sí sabes de qué coño estoy hablando! ¿Acaso me vas a negar que has estado en las revueltas de hoy?-
-         Hoy he estado todo el día en Hyde Park. Pregúntaselo al friki.- Sentencia, moviendo la cabeza en dirección a Moss.

Se hace un violento silencio que ninguno se atreve a romper. Nicole se dedica a mirar alternamente a Moss y a Kim.

-         Eres una mentirosa. Vete ahora mismo.- Termina diciendo mientras señala hacia fuera con el índice.
-         Nikki, sabes perfectamente que…-
-         ¡Vete! ¡Vete, Kim!-

Su grito evita cualquier protesta, por lo que Kim termina obedeciendo. Moss hace un amago de ir tras ella, pero se queda en la puerta mirándome, como esperando mi aprobación.

-         Ve con ella, Moss, yo me quedo.-

Se marcha y yo me dirijo hacia Nicole, que está sentada en la silla dispuesta al lado de la cama, con las manos tapándola la cara. Me agacho para estar a su altura.

-         ¿Qué le ha pasado a Clara, Nicole?-

Se quita las manos de la cara y las usa para abrazarse, como intentando controlarse para poder contarme lo ocurrido.

-         Hoy es mi cumpleaños.- Comienza.- Esta mañana mi madre estaba haciendo las compras para la cena de esta noche. Estoy harta de fiestas a lo grande, así que sólo quería una cena privada con la gente que me importa, por supuesto tú y tu familia estabais invitados. Le mandé comprar tantas cosas que se le olvidó la tarta. Me llamó al llegar al trabajo para contármelo y la obligué a que fuera a por ella esta tarde, cuando saliera, porque yo no terminaba hasta la noche y no podía. Al terminar la jornada se fue con una compañera del trabajo a la pastelería y al salir de ella se encontraron en la calle con una de las revueltas. Intentaron escapar, pero todo era un caos y sin saber cómo terminaron metidas en medio del tumulto. Todo se fue de las manos, la gente rompía escaparates y lanzaba cosas de las tiendas a la policía, hasta que los antidisturbios empezaron a disparar granadas de gas a la multitud. Una de ellas terminó dando a mi madre en la cabeza y cayó al suelo inconsciente. Su compañera la trajo de vuelta aquí lo más rápido que pudo. Sigue igual y no se sabe cuando podría despertar. Los médicos dicen que podría ser ahora mismo o…dentro de unos días.-

No sé ni qué decir ante una historia así. No puedo ni imaginarme cómo debe ser el estar en sus zapatos.

-         Ha sido culpa mía.- Dice mientras empieza a sollozar.- Si yo… si yo no hubiera sido tan egoísta…-

Finalmente se derrumba y empieza a llorar desconsoladamente. Yo no puedo hacer otra cosa que no sea abrazarla y hacerla sentir que estoy ahí para apoyarla.

Pasado un buen rato, ella consigue recomponerse. He conseguido que se tumbe un poco en el único sofá individual que hay en la habitación. Ahora me fijo en que este habitáculo tiene pinta de lujoso, debe ser una clínica bastante cara. Todo está forrado de madera de roble, tiene una tele bastante grande e incluso un minibar en la esquina.

-         Es una buena habitación, este sitio debe costar un ojo de la cara.- Comento, intentado dar conversación.
-         Mi madre trabaja aquí.-
-         No me digas. Me comentaste que era médico, pero nunca me dijiste dónde ejercía. Debe ser una doctora de las buenas si trabaja en un sitio así.-

El silencio vuelve a adueñarse de la situación.

-         No tienes por qué quedarte aquí. Puedes irte, si quieres. Yo estoy bien, no te preocupes.- Dice intentado sonreír.
-         Tranquila, no me esperan en ningún sitio.-

Intentando dar soporte a mis palabras, cojo la silla de al lado de la cama y me siento enfrente de Nicole.

-         ¿Qué ganas quedándote aquí?- Pregunta mirándome.

Podría decir lo típico de “apoyarte”, pero quiero arriesgarme y decir algo ridículo para romper la tensión.

-         Robar alguna cuña, flores para los enfermos… con suerte incluso un poco de comida kosher[1] de algún paciente judío.-

Me quedo mirándola con auténtico pavor de que me eche allí a patadas. Sin embargo, su faz muestra una débil sonrisa entre las mejillas mojadas por las lágrimas.

-         Idiota…- Dice casi susurrando.

Sonrío ante su reacción, parece que la situación se ha relajado un poco.

-         Soy tu amigo, Nicole. En la prosperidad los haces y en la adversidad los pruebas, como dice el proverbio.-

Ella se queda callada un rato, reflexionando esas palabras, para terminar diciendo:

-         Gracias. De verdad.-
-         De nada. Cuéntame algo de tu madre. ¿Estáis muy unidas?- Aprovecho para preguntar, ahora que se ha animado.
-         Es mi modelo a seguir. Ha llegado a ser lo que quería por sus propios medios, sin que nadie la ayudase. Se casó con mi padre nada más terminar el instituto y él fue un obstáculo más que otra cosa, pero ella le quería, a pesar de que nunca le apoyó en su sueño. No es que mi padre sea mala persona, para nada, pero vive por y para el dinero y en aquel momento…-

Pasamos la noche hablando de su madre y su relación con ella. Por todo lo que me cuenta, Clara debe ser una gran mujer. Al tratar el tema de las madres no puedo más que recordar las potentes y convenientes letras de la canción “Mommy”; y no, no la de la rapera Missy Elliot, sino la de Selah Sue. Me da la impresión de que siempre tenemos en alta estima a nuestras madres, al fin y al cabo son ellas las que están más que dispuestas a quedarse sin nada con tal de que nosotros lo tengamos todo. Ya sea el darse una tregua con su exmarido para que su hijo pase unas buenas vacaciones, darle el dinero que su hija necesita para pagar deudas o gestos tan simples como hacerte saber que está allí en los malos momentos. Viendo a Nicole preocuparse por su madre me di cuenta de que cuando nosotros sufrimos, ellas también lo hacen. Viendo a esa mujer yacer en la cama no dejo de pensar en otra cuyo hijo fue expulsado de la universidad, y en cómo este no pensó más que en sí mismo, como un completo egoísta. Un completo egoísta que piensa disculparse en cuanto tenga la ocasión.

Al despertar de mis pensamientos veo que una doctora y una enfermera entran en la habitación para comprobar el estado de Clara. Nicole observa expectante.

-         Sus constantes han mejorado, pero tenemos que seguir observándola toda la noche.-
-         Gracias a Dios.- Suspira la preocupada hija.
-         Esperemos que siga mejorando.-

La doctora se marcha, pero la enfermera se queda.

-         ¿Tú y tu novio os vais a quedar a pasar la noche, Nicole?- Pregunta, quedándome estupefacto al oír la palabra “novio” para definirme.
-         Sí, me sentiré más tranquila si me quedo aquí.- Responde ella, sorprendiéndome aún más por el hecho de que no haya desmentido la relación.
-         Os traeré mantas.-
-         Gracias, Esther.-

Dicho esto la enfermera se marcha.

-         Pensé que uno no podía estar en el hospital más que en las horas de visita.- Digo, tratando de dejar pasar el tema de “por qué no has dicho que no somos novios”.
-         Y así es. Pero como mi madre trabaja aquí el personal nos lo permite.-
-         Ya veo. Somos unos enchufados.-
-         Y a mucho honra.- Dice sonriendo ligeramente.

Es agradable verla más animada, a pesar de notar aún cierto deje de tristeza en su voz. Espero que todo vaya a mejor a partir de ahora.

La enfermera vuelve a entrar en la habitación, llevando una manta.

-         Sólo nos queda una, tendréis que compartirla.-

Ambos damos las gracias y la enfermera se vuelve a marchar.

-         Ya lo has oído, “cariño”.- Dice Nicole.
-         No tengo frío, tranquila, tápate tú. Voy a salir a hacer una llamada.-

Si voy a quedarme toda la noche será mejor que llame a mi padre, no vaya a preocuparse, de modo que salgo al pasillo y le llamo. Al hablar con él me comenta que le habría encantado ir pero hoy se queda a trabajar hasta tarde; promete estar aquí por la mañana. Poco más le puedo comentar aparte de la mejoría de Clara, de modo que cuelgo y vuelvo con Nicole dentro. Me la encuentro acurrucada en el sofá individual, tapada con la manta, mirando a su madre.

-         Me alegro de que esté mejor.- Digo yo, haciendo uso de una de las frases más tópicas en un hospital.
-         Yo también.- Menciona sin apartar la vista de ella.

Me siento en la silla que está al lado del sofá. Nicole, al verme, sonríe ligeramente.

-         ¿Pero qué haces, Trey? ¿Crees que voy a morderte?-

Yo la miro como no entendiendo lo que quiere decir.

-         Eres tan distinto de tu hermano. Seguro que Ray me habría echado del sofá para ponerse él.-
-         No hables así de él. Es buena gente.-

No entiendo por qué he salido a defenderle con tanta rapidez. Imagino que es porque mi nombre verdadero es Ray, y me he sentido ofendido por ese comentario.

-         Si se parece en algo a ti, seguro que sí.- Dice Nicole a modo de disculpa.- Ven.-

Se levanta del sofá, dispuesta a dejarme sentarme junto a ella.

-         No creo que quepamos ahí los dos.- Observo inocentemente.
-         No te preocupes. Tu te sientas y yo me pongo encima, así los dos podremos taparnos.-

Dudo un poco ante la idea. No será por no tener ganas, sino por el hecho de que no sé si el personaje de Trey haría algo así. Ella nota mi reticencia.

-         Vamos, Trey, no seas tan caballero. A mi no me importa, de verdad.-

Viendo su insistencia no me queda más remedio que ceder, de modo que me siento en el sofá mientras que ella se sienta encima de mí de forma transversal quedando su cabeza en mi pecho y sus pies ligeramente colgando del otro brazo del escueto sofá. La postura no es tan incómoda como pudiera parecer, aunque el notar la respiración de Nicole va a terminar por hacer que nazca otro brazo en el sofá. Contrólate, Ray, respira y piensa en Lady Gaga sin maquillaje.

-         ¿Estás bien, Trey? Tienes cara rara. ¿Estás muy incómodo?-
-         No, para nada, estoy bien.-

Mejor dejo de pensar en Lady Gaga e intento disfrutar del momento de la forma más
platónica posible. No me va a costar mucho, con Nicole mi relación no ha sido intrínseca a mis pantalones, sino que hemos conectado realmente. Unos meses más y sería mi mejor amiga. El único problema es lo que siento por ella, y tenerla encima de mí a estas horas de la noche con el aliento en el cogote no va a reformar el paradigma de “sólo amigos”. De repente comprendo a todos aquellos que se preguntan “¿y si nuestra amistad se estropease?” Todo problema cambia de perspectiva cuando eres tú el que lo sufre. Si tan sólo tuviera una pista de lo que siente, o no siente, por mí…

Teniendo en cuenta las circunstancias, no es el mejor momento para hablar de nosotros. Es el momento de portarse como un buen chico y ayudarla.

-         Igual no te gusta lo que voy a decirte, pero no creo que Kim tenga la culpa de lo que le ha pasado a Clara.- Opino, intentando reconciliar a la bella con la bestia.
-         Ella es igual que todos esos borregos que han empezado a asaltar tiendas y quemar coches.-
-         Es posible, pero recuerda que es una mala edad. Kim no es mala chica del todo, pero está confusa. Recuerdo perfectamente cómo era ser adolescente, de un día a otro empiezas a odiar al mundo, intentas hacerte popular,…
-         …te empiezan a crecer las tetas y no simétricamente,…- empieza a completar ella.
-         …creces tan rápido que la ropa que te gusta ya no te cabe,…-
-         …y piensas que en realidad es que estás gorda,…-
-         Y lo peor de todo…-
-         ¡los granos!- Terminamos diciendo al unísono.

Ante la coincidencia, ambos reímos. Hay muy poca gente con la que sea capaz de acabar una frase al mismo tiempo. Rober aparece en mi mente en este instante. Te quiero, tío.

-         Lo que intento decir es que no deberías alejarte de Kim. Ella es hija única y se nota que te admira. Es posible que haga todo eso sólo para hacerse notar. Todos lo hemos hecho alguna vez.-
-         Eres uno de esos, ¿eh? Uno de esas personas que ven lo mejor en los demás.-
-         Bueno… lo intento…-

El sueño, que propicia silencios, empieza a asaltarnos. Faltan unos pocos minutos para medianoche.

-         ¿Y qué ves de bueno en mí?- Pregunta de repente Nicole.
-         Sólo te conozco desde hace dos semanas, pero… veo en ti a una chica bondadosa y trabajadora, con gran sentido del humor, a la que no le importa ser tal cual es ante los demás. Alguien que no se considera por encima de nadie, porque no juzga. Diría que tu único fallo es que dejarías que te hicieran daño, sólo por no hacérselo tú a nadie.-

Me fijo en que ella tiene los ojos cerrados mientras asiente con la cabeza.

-         Guau, menuda descripción. Mañana me la repites, quiero ponerla en mi facebook.-

Su gracia me molesta en cierta manera, ya que ha quitado  romanticismo al momento.

-         Pero te equivocas en una cosa. No nos conocemos desde hace dos semanas, sino desde hace 13 días, hasta medianoche no será Martes.- Matiza ella mientras gira la cabeza y abre los ojos para mirarme.
-         Lo siento, no te he traído ningún regalo.-
-         Yo tampoco.-

Justo al terminar estas palabras, suena la alarma del reloj digital Casio que Moss me regaló, indicando la medianoche.

-         Habrá que improvisar algo.-

Tras pronunciar estas palabras, se acerca aún más a mí. Mi corazón está a punto de salirse del pecho por la emoción del momento y, estando ella encima de mí, puedo notar cómo el suyo se encuentra en la misma condición. Llegamos al momento cumbre, el entrecerrar de ojos, la aproximación de bocas y…

-         Es broma, bobo. Buenas noches.-

Dice como si tal cosa para girarse y empezar dormir. Yo me quedo unos segundos con la misma sensación que sentiría si Mike Tyson me acabase de arrancar la oreja. ¿Qué demonios acaba de pasar?

De repente ella se gira de nuevo para decir:

-         No te lo esperabas, ¿verdad? Ven aquí.-

Ahora sí, sin más preámbulos, ella se lanza a besarme. Esta chica a veces es desconcertante, pero ha conseguido que sea el beso más memorable que me darán en la vida.

Tras pasar nuestra primera noche juntos, amanece un nuevo día. Ella sigue dormida, de modo que me levanto cuidadosamente, la dejo en el sofá y voy al baño. Compruebo que tengo las gafas, las lentillas y la peluca bien puestas y salgo de la habitación. Ahora me dirijo a la planta baja para dos cosas: comprar unas flores en la tienda de regalos y llevarla un café de la máquina del pasillo. Cargado con todos esto vuelvo a la habitación, en la que descubro que mi chica de al lado ya está despierta.

Al verme con las flores pone una expresión de desconcierto.

-         ¿Por qué llevas flores? ¡Oh, Dios mío! No pasaría nada entre nosotros anoche, ¿verdad?-

Al escuchar sus palabras yo me quedo como petrificado, sin saber qué decir, maldiciendo mi suerte y su poca memoria. Debí suponer que enrollarme con una chica en la misma habitación en la que yace su madre inconsciente me traería mal karma. Creo que me estoy poniendo malo…

-         ¡Es broma, es broma! ¡Ven aquí!- Suelta levantándose del sofá hacia mí.

Nos acercamos y nos damos un largo beso.

-         Un día de estos me vas a matar con tus gracias.- Menciono.

Y no es broma, he notado cómo el corazón me ha dejado de latir durante unos segundos.

-         Hey, deja a mi chica en paz.-

Una voz procedente de la puerta llama nuestra atención. Se trata de mi padre, quien está en la puerta con unas flores en una mano y un globo con la frase “Get Well”[2] en la otra. Ha debido pasar mala noche, porque tiene un aspecto un tanto desaliñado, con la corbata desanudada y unas ojeras dignas de un insomne.

-         ¡David! Gracias por venir.- Exclama Nicole mientras se acerca para abrazarle.

Mi padre me comentó que se lleva bastante bien con ella y con su madre, Clara, hasta el punto de que hay veces en las que incluso cenan juntos. Al vernos todos aquí, da la impresión de que somos una familia más de las muchas que se pueden encontrar en una habitación de hospital. La madre, el padre y los dos hermanos. ¡Un momento! Eso significaría que ayer me enrollé con mi hermana. ¡Eso es asqueroso! Esto no va a acabar bien. Sal de este pensamiento. ¡Sal!

-         Hola, jovencita ¿Cuánto tiempo llevas despierta?- Pregunta mi padre mientras se acerca a la cama.

Esa pregunta me desconcierta, librándome de mis elucubraciones. Nicole y yo nos giramos hacia la cama confusos y, para nuestra sorpresa, nos la encontramos con los ojos abiertos, mirándonos con una leve sonrisa en los labios.

-         ¡Mamá!- Grita Nicole, emocionada, mientras corre hacia ella.

Es casi como un milagro. Los golpes en la cabeza son muy peligrosos, han logrado llevarse antes de tiempo a algún que otro familiar sin previo aviso. Me alegro de que toda esta historia vaya a terminar bien. Al mirar la cara de felicidad de Nicole me doy cuenta de que las cosas malas son aquellas que nos permiten, en última instancia, alcanzar la felicidad. Si no nos encontrásemos nunca situaciones adversas, ¿valoraríamos y disfrutaríamos de verdad los tiempos de paz? Supongo que por eso se dice que  el ser humano no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Si Clara no hubiera sufrido el accidente, Nicole no estaría expresando esa genuina felicidad y no empezaría a valorar más aún a su madre el día de mañana, sino que simplemente lo daría todo por seguro.

¿Valoro de verdad lo que tengo? ¿Valoro de verdad a las personas que están ahora conmigo? ¿O simplemente me quejo por lo que no tengo? No puedo evitar el recordar los momentos en los que les como la oreja a Rober o a Alice sobre lo desgraciado que estoy solo o de por qué siempre lo malo me ocurre a mí. Ese tiempo podría haberlo usado para dar gracias por lo que poseo y aún no he perdido, por los que están conmigo y aún no se han ido, por mis cualidades y no por mis defectos. Ha hecho falta que casi acabe en coma una buena mujer para que yo me de cuenta de esta verdad.

Una vez mi padre avisa a los médicos de la evolución de Clara, vienen a llevársela para hacerla unas cuantas pruebas. Nos avisan de que van a tardar bastante, por lo que mi padre insiste en que Nicole y yo vayamos a dar una vuelta para despejarnos la cabeza. Lo hacemos.

Paseando por el parque cercano a la clínica opto por una táctica un tanto arriesgada dado el reciente cambio en el paradigma de nuestra relación y la rodeo con el brazo derecho. Como habiendo vaticinado que yo haría algo así, ella entrecruza al instante los dedos de su mano derecha con los míos que acabo de pasar por su hombro. Pasados unos segundos gira la cabeza y me dedica una amplia sonrisa que consigue contagiarme ipso facto. Ese pequeño gesto sirve para dejar claro que ahora somos pareja. Ante la realización de este hecho obsequio a mi chica con un beso en su sedoso pelo. No hay gozo más grande que el disfrutar por vez primera del amor correspondido en una nueva relación.

Tras pasar un rato en el parque y comer en un restaurante de comida rápida, volvemos a la clínica pasado el mediodía.

Al llegar, observamos que en la sala de espera se encuentran Kim y Moss. Nicole se para en seco, sin saber bien que hacer. Se gira y me mira, como esperando que la diga algo. Yo simplemente esgrimo una leve sonrisa y asiento con la cabeza. Ella se pone en acción y se dirige hacia su prima. Prefiero no meterme en medio y me dirijo de nuevo a la habitación.

Dentro me encuentro con mi padre, quién parece estar manteniendo una conversación de lo más normal con Clara. Ella tiene tan buen aspecto que parece mentira que hace unas horas estuviera inconsciente.

-         Mira quién ha llegado.- Suelta mi padre al verme.
-         Hola, tigre. David no para de alardear de ti.-

La obsequio con una sonrisa ante sus palabras. Me alegra ver que ya se encuentra mucho mejor. Si quitáramos la cama y todos los aparatos, casi parecería una conversación normal a la puerta de casa.

-         Me tengo que ir a trabajar, pero antes de irme quería hacerte una pequeña confesión.- Comienza mi padre.
-         Dispara, casanova.- Dice Clara, haciendo como que pone más atención.
-         El motivo por el que no vine ayer a visitarte no era que tuviese mucho trabajo. Tenía miedo. Miedo de lo que pudiera encontrarme al venir aquí. Podría decirse que yo… estaba huyendo del problema.-
-         ¿Y eso te hizo sentir mejor?- Pregunta la paciente, atenta a sus palabras.
-         No. Me hizo sentir mucho peor. ¿Quieres saber por qué?-

Ella asiente con la cabeza como dándole pie a que continúe con su explicación.

-         Porque he huido muchas veces durante toda mi vida: huí de un matrimonio moribundo en España, huí de mi primer bufete aquí en Londres e incluso huí del hecho de ser padre. Ahora he llegado a un punto en mi vida en el que me he dado cuenta de que estaba huyendo no sólo por ser un cobarde, sino porque no quería enfrentarme a mí mismo, a mis limitaciones. Puede que suene mal pero, no he venido aquí hoy sólo para verte, sino también para demostrarme que he dejado de huir. Una decisión que ojalá hubiera tomado antes. Por todo ello, lo siento. Siento no haber venido antes a ver a la que es mi mejor amiga. En realidad, mi única amiga.-

Clara sonríe ante las palabras de mi padre.

-         Menudo pico de oro, se nota que tu padre es abogado. - Dice, mirándome, a lo que yo contesto con otra sonrisa.- No hay nada de qué disculparse, David. Ahora estás aquí, es lo único que importa.-
-         Gracias. Bueno, me voy a trabajar. Sal pronto de aquí, ¿quieres? Tenemos pendiente una revancha al “scrabble”. –
-         Con la condición de que la próxima vez uses palabras que existan.-
-         ¡Hecho!-

Dicho lo dicho, se marcha, quedándonos a solas Clara y yo, mientras le doy vueltas a lo que mi padre acaba de decir.

-         Por fin solos, Raymond.-

Oír ese nombre de sus labios hace que me paralice.

-         Te equivocas, Clara, soy Trey.-
-         Vamos, Ray, déjalo. Sé que Ray y Trey sois la misma persona.-

Suspiro resignado. No puedo creer que al final me hayan descubierto.

-         ¿Cómo te diste cuenta?-
-         Bueno, digamos que si tu marido empezó a llevar peluca a los 20 años tiendes a reconocer una nada más verla. Además, David me lo confirmó.-

¡Maldito seas, papá! ¡Te has quedado sin el disco de Juan Luis Guerra por navidad!

-         Tranquilo, no tengo intención de contárselo a Nicole.-
-         ¿Y eso?- Pregunto extrañado.
-         Por dos motivos. Uno, el hecho de que te disfraces no cambia quién eres en realidad. Dos, porque la partiría el corazón el saber que la has engañado desde que la conociste, y yo no quiero eso.-

Oírlo de su madre hace que parezca cruel y mezquino el haberme convertido en Trey. Es curioso como a veces cambiamos las perspectivas sobre algo tan sólo oyendo los hechos de boca de otra persona.

-         Deja que te pregunte algo, Ray ¿Por qué te hiciste pasar por Trey? Tu padre me ha enseñado fotos, eres un chico muy guapo.-
-         Díle eso a las 300.000 mujeres que me han rechazado.- Suelto, cansado de escuchar lo mismo una y otra vez.

Clara no dice nada, como dándome pie a que siga explicando mi conducta.

-         Verás, Clara.- Comienzo, sentándome a mi lado.- He visto toda clase de parejas: feos con guapas, guapos con feas, gordos con delgadas, delgados con gordas, fachas con comunistas, bajos con altas, altos con bajas, negros con chinas,… no sólo eso, ves al resto del mundo con pareja, lo ves al abrir cualquier libro, al encender la televisión, al salir a dar un paseo… y te asalta la misma pregunta. Why can´t I (Por qué yo no puedo)?-

Ella sigue sin decir nada, asintiendo, por lo que continúo.

-         Supongo que quería tener novia a toda costa. He tenido otras relaciones, claro, como mi primera novia, María, cuando tenía 5 años o Lorena a los 16. Pero sólo he sido capaz de tener como novias a chicas que o bien buscaban un chico guapo que las prestara atención, o con problemas de abandono o más aburridas que la película “Grease 2”. Nicole es distinta, pude saberlo desde el instante en que chocó conmigo. Quería conquistarla a toda costa pero, y para mi sorpresa, siendo Ray no lo conseguí, por lo que mi única oportunidad era hacerlo con el hermano gemelo que ella conoció primero, Trey. Lo hice porque noté que Trey le gustaba más que Ray y cuando quise darme cuenta la cosa ya había ido demasiado lejos. Si le decía la verdad corría el riesgo de que me diese la patada y yo… no podía dejarla marchar.-

Cuando la madre de la chica de al lado se da cuenta de que he terminado, se queda unos segundos mirándome fijamente, mientras suelta una pequeña risa.

-         Pero Ray ¿De verdad crees que Trey y tú sois tan distintos?-
-         Sí, claro. Son opuestos. Ray es el chico guapo, atlético y seguro de sí mismo. Trey es el chico educado, sensible y algo tímido.-
-         Corrígeme si me equivoco. Nicole primero conoció a Ray, el prototipo de chico arrogante con el que la he visto salir toda su vida; y después conoció a Trey, un chico cariñoso y comprensivo.-
-         Algo así.-
-         Contéstame a esta pregunta, Ray: ¿Tú no eres Ray y Trey a la vez?-
-         Supongo. Yo los interpreto al fin y al cabo.- Contesto, mareado por este baile de personalidades.
-         Entonces, si Nicole te hubiera conocido a fondo simplemente como Ray, ¿no le habrías gustado igual que Trey?-

He pasado más tiempo haciendo de Trey que de Ray en Londres. Si bien al principio el hacer el papel me costaba, terminé haciéndome con él gracias a ella. Cada vez que yo hacía o decía una locura, ella lo aceptaba e incluso le gustaba, haciéndome sentir cómodo. No es que me acerque más a ser Trey que Ray, sino que el hecho de que uno de ellos fuera aceptado y el otro no, hizo más fácil el seguir uno de los papeles.

Ahora, gracias a Clara, me doy cuenta de que me he comportado tal y como soy todo el tiempo que he estado con Nicole.

-         Ray, soy médico desde hace 15 años y cada día me enfrento a pacientes que me mienten a la cara. Debido a eso sé cuando una persona es honesta. No voy a decirte esto sólo porque seas hijo de David, sino porque puedo sentirlo: tú eres una de esas personas. Por eso te pido por favor que consideres qué vas a hacer con mi hija, porque ella está enamorada de un chico disfrazado de otro que sólo está aquí de vacaciones.-

En cuanto termina la frase, tres personas entran en la habitación. Se trata de Moss, Kim y Nicole. Estos dos primeros saludan a la sanada paciente y empiezan a hablar con ella, mientras que la última viene hacia mí y me da un beso en la mejilla a la vez que me abraza.

-         Gracias.- Dice, intuyendo yo que se refiere a su pelea con Belcebú.- ¿De qué has estado hablando con mi madre?-
-         De teatro.-

Mi padre y Clara, a través de sus respectivos discursos, me han hecho considerar varias cosas.

Al igual que mi progenitor, yo también me he comportado como un cobarde. Es por ello por lo que me encerré un mes en casa inmerso en el profundo mar de los videojuegos, por lo que cogí un avión y me vine a un país extranjero y por lo que me oculté bajo un montón de postizos. Además, mientras hablaba con Clara, me he dado cuenta de algo: no tengo intención de quedarme en Londres. Si me quedara aquí, aunque fuera para tomarme un año sabático, sentiría como si aún estuviese huyendo. Por otro lado, si viniera a estudiar aquí estaría renunciado a mi objetivo de ser el presentador de telediarios más joven de la historia. No quiero seguir huyendo de mis problemas, no quiero seguir dándole la espalda a mi futuro. He de volver para enfrentarme a mi ballena blanca. He de volver a España.

Esto sólo me plantea un problema, ¿Qué pasará con la chica? ¿He de dejarla ahora mismo para evitar que sufra con un mentiroso como yo? ¿O basar toda la relación en una falsa identidad? Si atiendo a lo que dijo Clara, Trey soy yo y yo soy Trey, por lo que la distinción resulta inútil. Aún así, ¿Tendré valor para decirla que tenemos fecha de caducidad?

-         Me alegro de que vinieras a Londres.- Me confiesa mientras sonríe, gracias al buen ambiente de la escena.

Gracias a esta frase, llego a una resolución.

La abrazo con más fuerza, intentando saborear cada segundo de esta caduca relación.





[El momento que estábais esperando tendrá lugar el lunes que viene. ¡Atentos al final de las absurdas aventuras de Ray/Trey!]


[1] Comida típica de los judíos.
[2] Mejórate

lunes, 23 de enero de 2012

La importancia de ser un perdedor. Capítulo 3: White & Nerdy


-         ¡Hey!- Suelto levantado ligeramente la mano derecha a modo de saludo.
-         Hola…- Responde instintivamente Nicole quien, tras abrir la puerta, se queda unos segundos mirándome como intentado reconocerme.- ¿No te conozco? Eres Trey, ¿verdad?
-         En realidad ese es mi hermano. Yo soy Ray. Enchanté, Nicole.-

Este es el momento cumbre ¿Soy lo suficientemente distinto como para que se crea que soy otra persona? No paro de mirar su rostro para obtener alguna reacción. Menos mal que llevo gafas de sol, porque mis ojos deben reflejar toda la angustia del momento. Finalmente, ella parece que va a decir algo.

-         Enchanté, Ray.- Suelta con una pequeña risa.- Hoy me crucé con tu hermano. Bueno, más bien me choqué. ¿Está bien?-
-         Sobrevivirá.- Respondo, intentando no perder la compostura al ver que mi plan va viento en popa. –

Decido seguir con la segunda parte de mi plan, para lo cual he de seguir comportándome como un chulo despreocupado.

-         Así que David tiene dos hijos. Fíjate que hablamos muchas veces y nunca me había comentado nada.-
-         Ya le conoces,  no suele hablar mucho sobre su pasado en España. Bonita casa, ¿puedo?-

Antes de que pueda contestarme, yo me meto dentro con ademán pausado y lleno de confianza, como si no fuera conmigo.

-         Bonito. Debes montar buenas fiestas en esta choza.- Comento mientras miro alrededor, toqueteando lo que tengo a mano.
-         En realidad mi madre me mataría si montase fiestas. Y los vecinos también, son muy quisquillosos con los ruidos de noche.-

Dejo que pasen unos segundos en silencio para que ella siga con la conversación.

-         Y dime, ¿Qué tal es Londres en comparación con España?-
-         Con Madrid, pequeña.-
-         ¿Cómo?-
-         No se compara una ciudad con un país, has de comparar una ciudad con una ciudad, o un país con un país.- Suelto con cierto reproche, intentado picarla.
-         Bueno, perdona. ¿Qué tal es Londres comparado con Madrid?- Pregunta, mientras yo considero el por qué aún no me ha echado de su casa.

Hago pausa para aumentar tensión y…

-         No lo sé, acabo de llegar hoy.-

Hago otra pausa y a por el golpe final:

-         De hecho esperaba descubrirlo esta noche, pero mi  hermano y mi primo son de esos raritos que no salen de casa, por eso he decidido que serás tú la que me acompañe.-

Antes de que ella vaya a abrir de nuevo la boca, doy el toque de gracia:

-         Y antes de decir nada recuerda que es tu obligación el guiarme por los entresijos de las calles de Londres, no ya sólo como mi vecina, sino como miembro de la Unión Europea.- Sentencio con convicción.

Pasan unos segundos llenos de tensión que intento que no se reflejen en mi rostro, hasta que… ella empieza a reír.

-         Eres uno de esos pretenciosos, ¿verdad? De los que se lo tienen muy creído.- Dice con tono divertido.

En ese mismo instante, sé que la tengo en el bote. Seré un cretino en estos temas, pero sé perfectamente cuándo le gusto a una mujer.

-         Tengo que cambiarme, ¿por qué no me esperas en tu casa? Yo iré enseguida a buscarte.-

Dejo pasar un par de segundos para hacer como que lo considero.

-         Me parece aceptable. No tardes.- Suelto mientras me marcho de su casa sin tan siquiera despedirme.

Nicole tarda unos 15 minutos en venir a recogerme, tras lo cual aparece lo bastante arreglada como para una cita. Aunque la verdad es que no es algo determinante, conozco muchas mujeres que van arregladas hasta para ir a por el pan. Todo este tiempo la he esperado en el porche; no quiero que se acerque a casa, no vaya a ser que le de por entrar a saludar a Moss y a Trey.

-         No me caes mal del todo, de modo que si te portas bien pagaré la primera ronda.- Menciono en cuanto se acerca a mí.
-         Uh, menudo caballero.-

Tras ese sarcástico comentario, mira detrás de mí en dirección a la casa.

-         ¿Seguro que Trey y Moss no quieren venir?-
-         Para nada. Tienen un juego nuevo, “no se qué Noire” o algo así.-

Odio mancillar el nombre de una obra maestra que tantas horas de entretenimiento me ha proporcionado. No obstante ella, para mi sorpresa, ríe ante mi comentario.

-         “L.A. Noire”, Ray. Pensé que todos los chicos sabíais de videojuegos.-

Intento reprimir mi sorpresa ante su conocimiento videojueguil con un comentario mordaz.

-         Lo cual me hace pensar que quizás no seas tan mujer como yo creía. No tendrás ninguna sorpresa entre las piernas, ¿verdad Nikolai?-

A partir de ese punto la noche fue… tremendamente agotadora. El hacerte pasar por alguien que no eres es tremendamente abrumador, no entiendo cómo los actores pueden pasarse meses haciéndolo. Estuvimos en un pub Inglés, el Winchester, donde pasamos la noche jugando a los dardos, al billar y bebiendo cerveza. Lo pasamos bien, aunque dado mi papel de macho alfa encerrado en sí mismo, tampoco daba mucha conversación, resultando esto en algunos silencios incómodos. No obstante, en líneas generales, fue una buena noche.

Y no, no hubo beso a la puerta de su casa con giro de cámara incluido, pero sí la sensación de que iba por buen camino, como puede atestiguar el hecho de que he pasado toda la noche en vela pensando en Nicole, la chica de al lado.

Pasado todo esto, amanece un nuevo día en Golders Green. Bajo las escaleras mientras me froto los ojos por el sueño cuando, a mitad de la escalinata, oigo unas voces familiares.

-         Es sólo que me resulta raro que nunca lo hayáis mencionado. ¿De verdad Trey y Ray son tan distintos?-

La que habla es Nicole, que parece estar hablando en la puerta de casa con Moss. La reconozco por la voz, ya que desde donde estoy sólo puedo ver a mi primo, dispuesto en una pose digna de una estatua de piedra, obviamente incómodo.

-         Ah, Ray y Trey. Ah, no me hagas hablar de esos dos. Ah, son como la noche y el día. Ah, menudos pillos…-

Un silencio incómodo se adueña de la estancia. Esto no puede ser bueno. Moss es el peor mentiroso del mundo; en cuanto tiene que contar una mentira la boca se le seca, se le cierra la garganta, empieza a sudar a mares y adopta una posee digna de un tótem de piedra. Es como ver un nerd disecado, solo que este además suda.

-         ¿Estás bien, Moss? Te noto más raro de lo normal.- Menciona Nicole, con tono preocupado.

Moss no va a salir bien de esta, de modo que cojo el móvil y le escribo un mensaje a su iPhone.

-         Discúlpame.- Dice el tótem como si hubiese despertado de repente mientras coge el móvil y mira el mensaje.

Una vez comprueba mi escrito, se guarda el dispositivo en el bolsillo y se dirige a Nicole:

-         ¿Has visto la explosión de gas que se produjo ayer en la casa de enfrente?-
-         ¿Qué?-

En ese instante, en el que intuyo que Nicole estará mirando hacia la calle, corro hacia Moss, le placo en el aire arrastrándole del impulso al salón que estaba justo enfrente de él y cierro la puerta. Doy gracias a Chuck Norris de que el salón esté enmoquetado y no se haya oído el golpetazo.

-         ¿Moss?- Llama Nicole, sin respuesta.-

Mientras, yo le tapo la boca a Moss con la mano.

-         Ni una palabra, dejemos que se vaya.- Advierto entre susurros.
-         Buenos días, Nicole. ¿Qué tal estás?-

Al oír esa voz me horrorizo. Es mi padre. La peor persona con la que podría hablar la chica de al lado.

-         Muy bien, David, ¿Qué tal tú? Por cierto, mi madre dice que cuando puedas le gustaría que volvieses a casa un día para la revancha al “scrabble”.-
-         Dile a Clara que me encantaría, pero este mes estoy muy liado en el bufete. Además, ha venido mi hi…-

Justo en ese momento, Moss choca contra mi padre. Le he empujado hacia fuera con instrucciones específicas para evitar que mi progenitor termine de arruinar mi plan.

-         Ah, tío David. Creo que es hora de que vayamos a entrenar con el bate de béisbol.- Dice Moss de la forma menos veraz posible.

No puedo ver lo que está pasando, pero estoy seguro de que su lenguaje corporal no es coherente con lo que intenta decir.

-         Estoy entrenando para ser jugador profesional. Sueño con jugar en los “Chicago Bulls[1]”.- Intenta matizar, sin éxito.

En ese instante me pregunto si todos los presentes se han quedado con la misma cara de “What the fuck[2]?” que yo. La estancia se queda en silencio unos segundos dada la extraña situación, hasta que la damisela decide romperlo.

-         Buena suerte… En fin, me ha alegrado veros. ¿Podríais preguntarle a Trey si le apetecería venir al teatro esta noche? Mi prima Kim no puede venir porque ha quedado con un chico y me sobra una entrada para “el rey león”.-
-         ¿Trey?- Pregunta mi padre.
-         ¡LE ENCANTARÁ IR!- Consigue gritar Moss, tapando completamente la pregunta de mi padre o, al menos, hacerla inteligible.

Tras recomponerse del susto que le da el súbito levantar de voz de Moss, la chica cierra la conversación:

-         ¡Coolio! Decidle que esté preparado a las 18:00 ¡Cheerio!-

Mi primo y mi padre se despiden, quedando este último un tanto desconcertado. En cuanto oigo la puerta cerrarse, salgo del salón, extenuado.

-         Vale, ¿quién va a explicarme lo qué pasa aquí?- Exige mi padre mirándonos a ambos.

Le explico la situación más tarde mientras desayunos los tres unos copos de avena en la cocina. A pesar de ser inglés mi padre jamás desayuna, ni permite que desayunemos, huevos y bacon, dice que tanto colesterol no puede ser bueno para la salud. Mientras le cuento toda la historia sobre Nicole, él escucha atentamente para, una vez terminar de relatarla, se parta de la risa.

-         Hijo mío, esto no va a acabar bien para ti.- Comenta mi padre, obviamente divertido por la situación.
-         Papá, es un plan muy sencillo. Sólo voy a estar aquí un mes, ella no tendrá ni que enterarse de que Ray y Trey son la misma persona.-
-         Ray, tengo que confesarte algo. Nunca he sido demasiado bueno con las mujeres.-
-         ¡Venga ya!- Digo, intentando no sonar demasiado sarcástico.
-         Pues es cierto. Pero si sé algo: a las mujeres no les gusta que las mientan. Puedes ser un cerdo comiendo, puedes perder el regalo que te hizo en vuestro primer aniversario. Diablos, incluso puedes olvidarte del aniversario. Pero en cuanto se den cuenta de que las has mentido en algo importante… cómprate una huevera y date por muerto, porque eso sí que no lo perdonan.-
-         Exageras, papá. Además, no tengo intención alguna de dejar que me pille.-
-         Como quieras, chico.- Dándose por vencido, mi padre mira su reloj. - He de irme a trabajar.-

Dicho esto se levanta, se pone la chaqueta del traje que tiene colgada en la silla y coge su maleta de cuero negra.

-         Tan sólo recuerda esto, Ray: las mentiras siempre acaban volviéndose contra uno mismo. Pasad un buen día.

Despedimos a mi padre y, en cuanto nos quedamos solos, aún a pesar de la charla desmoralizadora, suelto todo mi júbilo.

-         ¡Tengo otra cita con Nicole!-
-         Tú no, la tiene Trey.-

En cuanto Moss menciona este hecho, todo mi entusiasmo se desvanece.

-         ¿Cómo dices?- Pregunto confuso.
-         Me dijo que le preguntase a Trey si quería ir al teatro, no a Ray.-

De repente me doy cuenta de que ella dijo “Trey” y no “Ray”, yo pensaba que simplemente lo había oído mal.

-         Igual se ha confundido…- Menciono, esperanzado.
-         No lo creo. Antes de que me placaras estuvo un rato preguntándome por Trey. Apenas la contesté nada porque la traquea se me cerraba cada vez más.-
-         ¿Y no mencionó nada de Ray ni de su cita con él anoche?- Pregunto, temiendo que pueda llegar a padecer esquizofrenia si esto continúa.
-         No, nada. Sólo preguntó por Trey.-

Esto debe ser todo un hito en la historia de la humanidad: el nerd consigue a la chica frente al chico atractivo. Esto sólo ha pasado una vez, y fue en la serie de “cosas de casa”, en la que Steve consigue a Laura en vez de Stephan. Pero esto es el mundo real, no una sitcom americana. Ahora mismo he de enfrentarme a la realidad como un hombre y hacer lo que haría cualquier persona cuerda en mi situación.

- Si quiere a Trey, tendrá a Trey. Manos a la obra, Moss. Sólo tenemos unas horas para convertirme en un perdedor.-

Inmediatamente comenzamos a trabajar en mi transformación, para lo cual nos trasladamos a la habitación que utiliza Moss, justo enfrente de la mía, en la que se encuentra la maleta con sus cosas. Teniendo en cuenta el aspecto que presenté al hablar con Nicole por primera vez, debemos centrar la atención en cuatro campos.

Por un lado debo ocuparme del pelo. Eso no supone mayor problema, simplemente usaré la misma peluca que el otro día. Moss me ayuda a colocármela bien, pero tengo demasiado pelo como para que pueda agarrarse bien, por lo que tengo que cortármelo ligeramente. La peluca negra de pelo casco me dota de un aire extrañamente distinto, aunque agradezco que no me parezca ni de lejos a Justin Bieber, no necesito que además me peguen. Un dato curioso es que ninguno de los dos sabemos de dónde ha salido este postizo.

Ahora toca ocuparse de la vista. Moss menciona que no le parece suficiente el ponerme gafas de pasta, ya que ella le ha visto los ojos a Ray, de modo que coge una funda en las que guarda las lentillas de colores para sus diversos cosplays y considera qué par usar. Observando que tengo los ojos marrones oscuros, opta por unas lentillas con tonalidad marrón claro. La verdad es que la cantidad de lentillas de colores que posee resulta indecente, incluso para un cosplayer. ¿Cuántas opciones de cosplay tiene un nerd mulato de facción impertérrita? Me coloca las lentes de contacto cuidadosamente, me sitúa frente al espejo y doy mi visto bueno ante el resultado.

Entre la peluca y las gafas ya parezco otra persona, pero aún queda otro campo importante: la vestimenta. Este campo es enteramente de mi competencia, ya que una vez sabes lo que queda bien, instintivamente sabes también lo que no. Cojo unos de mis pantalones Dockers color azul marino, los combino con una camisa azul claro a rayas blancos tan típicas de Moss (abotonada hasta arriba, por supuesto) y remato el conjunto con una blazer Burberry con parches en los codos, obviamente también de Moss. Me miro al espejo mientras me echo la espalda hacia delante, encorvándome ligeramente.

-         Creo que ya está.- Digo mirando a mi “estilista profesional”, esperando su confirmación.
-         Estás chachi. – Comenta Moss mientras me mira con ojos llenos de orgullo.- Ahora sólo te falta una cosa.-

No puedo ver qué es lo que me pueda faltar, hasta que Moss insiste en que me ponga su antiguo retenedor bucal, no sin antes haberlo lavado yo varias veces a conciencia, y practique la voz nasal enfrente de la grabadora de su iPhone.

-         Una vez más.- Exige mientras vuelve a acercarme su móvil a la cara.
-         Soy Trey Williams y esta es mi tienda favorita de La Ciudadela.-

El propio tono de mi voz me asombra, es muy distinta a la anterior, como más suave y nasal, y eso que de por sí no tengo una voz grave. Sonrío a Moss para confirmar que ya está todo listo para la cita con Nicole. Estoy tan convencido de que Trey va a horrorizarla tanto que le va a faltar tiempo para volver a llamar a Ray, lo cual me vendría genial, odiaría tener que pasearme por Londres durante un mes con estas pintas.

Terminados así los arreglos, no queda más que esperar a las 18:00 para que Trey Williams entre en acción.



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-         ¿Te duele mucho? ¿Seguro que estás bien?- Pregunta preocupada Nicole mientras me sujeta ligeramente.
-         Sí… sólo…dame…un…segundo…- Digo yo entre jadeos mientras me sujeto el pecho.

Mi cita y yo nos encontramos en la orilla del “enbankment pier”, en la calle “Vitoria Enbankment” que, como su nombre indica en inglés, es un pequeño puerto. Desde él tenemos unas vistas magníficas del London Eye y el Big Ben; estos dos conocidos monumentos, uno por ser una montaña rusa gigante y el otro por ser un reloj de grotescas dimensiones, dotan a la noche Londinense de una iluminación casi celestial gracias a su brillo azul y dorado.

Ah, y si os estáis preguntando el por qué estoy jadeando cerca de estos archiconocidos emplazamientos culturales, es todo gracias a mi pareja.

Tras venir a recogerme a la hora exacta, fuimos en Metro hasta Leicester Square. El musical tenía lugar en el “Lyceum Theatre” cuya parada de metro más cercana resulta ser “Temple”, pero Nicole insistió en dar primero una vuelta. Tengo que destacar que la situación me tenía desconcertado. Al poder dar un poco más de rienda suelta a mis verdaderas aficiones y dedicarme a escuchar, resultó que Trey conectó mucho mejor con ella que Ray. Aunque, la verdad, el hecho de no temer que cada palabra que diga pueda no gustarla ayuda bastante. Es como si ello me llevara a sentirme más cómodo, lo cual estoy seguro de que ella también sintió.

Al comentarle que Ray no había parado de hablar de ella desde que la conoció, no hizo ninguna pregunta sobre él, en cambio me preguntó qué tal se portaba conmigo. La  contesté que él era el típico deportista al que todos admiraban y que yo era… bueno, el empollón. A partir de ahí, Ray no volvería a aparecer en la conversación, ni por mi parte ni por la suya.

Al comentarle mi pasión por los dulces, insistió en llevarme al “M&M´s World”, edificio de tres plantas que se encontraba justamente en Leicester Square. Nunca imaginé que un sitio tan goloso pudiese llegar a existir. Era un museo absolutamente detallado sobre los famosos caramelos M&M´s: merchandising que va desde camisetas a peluches, cuadros con motivos, una fábrica propia en la que crear nuevos colores para los caramelos, dispensadores de caramelos de dimensiones grotescas e incluso figuras a tamaño gigante de M&M´s parodiando la portada del disco “Abbey Road” de “Los Beatles”. No recuerdo la última vez que me lo había pasado tan bien en un espacio tan reducido. Hicimos varias fotos, probamos varias máquinas expuestas y, al no querer caer en el tópico de ser el hombre el que compre algo a la chica, ella me compró a mi un peluche del M&M´s rojo disfrazado de Boby Londinense. Todo un detallazo.

Cuando salimos, ya era casi la hora de la función de “el rey león”, por lo que nos dirigimos, entre risas, hasta el “Lyceum Theatre”. No pienso comentar nada de la función, ya que es tan maravillosa que uno mismo debe experimentarla en carne propia, por lo que si tenéis ocasión de verla os recomiendo que no os la perdáis.

Cuando terminó la función, le señalé a Nicole lo raro que me parecía que nos hicieran salir por la entrada y no por las salidas cercanas al escenario, como en los cines de España. A ella le apeteció comprobar qué pasaba si salíamos por dónde no era, de modo que usando mi extranjería como excusa por si nos pillaban, me cogió de la mano y salimos por la puerta de emergencia. Para mi sorpresa, todo aconteció sin mayores sobresaltos. Sin embargo, al salir a la calle y notar el frío típico de la noche Londinense, recordé que me había olvidado la horrenda chaqueta en mi asiento. Disculpándome ante mi acompañante me di media vuelta y, al abrir de nuevo la puerta por la que habíamos salido, la alarma comenzó a sonar con un ruido ensordecedor, lo cual atrajo las miradas de todos los viandantes y, por si fuera poco, uno de los guardias de seguridad del teatro que vigilaba la zona nos empezó a perseguir a grito pelado. Nicole, sin soltarme de la mano y haciendo pleno uso de la frase “pies para qué os quiero”, comenzó a correr arrastrándome a mí en el proceso. Pese al choque inicial que me supuso la situación, la verdad es que correr con aquella preciosa chica parándonos de vez en cuando para darle al rellenito guarda la impresión de que podía atraparnos resultó bastante divertido.

Así es como llegamos a “embankment pier”. No estoy cansado pero, intentando que no decayese mi papel de nerd, tengo que hacer como que tengo asma, enfermedad que no padezco desde los 14 años.

-         ¿Por qué no te sientas? Esperaremos a que te sientas mejor.- Sugiere Nicole.

Tras la propuesta, me ayuda a sentarme en un banco cercano, mientras ella hace lo propio a mi lado. Odio sentirme tan vulnerable, pero no puedo cometer un solo error que la haga sospechar o todo se irá al garete. Ojalá pudiera ser mi yo normal, aunque Trey ha conseguido hasta ahora lo que Ray no ha podido: conectar con ella. Ojalá hubiera alguna señal que me dijera que la gusto, aunque es algo que sólo el tiempo dirá. Ante esta reflexión y, con la ayuda del paisaje, me acuerdo de las suaves letras de la canción “Only time”, versionada por Rin Oikawa.

-         ¡Pero bueno, Trey! ¿Sólo llevas una manga?- Pregunta perpleja mientras me toca la camisa para comprobar que no llevo forro.
-         No… bueno, si. Tenía la chaqueta, pero la dejé en el teatro. La hubiera recuperado, pero entonces ocurrió la persecución.- Digo con cuidado de no hacerla sentir mal.
-         No me digas que no ha sido divertido.-

Ambos soltamos unas risas cómplices ante este recuerdo. Mientras tanto, ella se quita el abrigo y lo utiliza como manta para cubrirnos a los dos.

-         Gra…gracias.- Suelto tímidamente, acorde a mi interpretación.

No bastando este gesto, ella apoya su cabeza sobre mi hombro. Pasan unos segundos en silencio que, para mí, parecen minutos. Hace mucho tiempo que no me siento tan cómodo con una mujer. Es un gran cambio respecto a los “noes” y los golpes con el bolso.

Nos quedamos un buen rato viendo algunos barcos pasar por el río, bañado este por el azul celeste del London Eye, rodeándonos el silencio como si no hicieran falta palabras. Por

Al final, por dar conversación, decido romperlo.

-         Nicole. Igual es una pregunta tonta pero, ¿has subido alguna vez al London Eye?-
-         Una vez con mi padre, hace 8 años. Antes de que se divorciara y volviese a Italia.- Todo esto lo suelta con voz suave, obviamente por lo relajada que se siente.
-         ¿Tus padres están divorciados?- Pregunto con ánimo de indagar más.
-         Sí. No es algo agradable. Pero a ti qué te voy a contar, ¿verdad? Al menos el mío me ha visitado una vez al año desde entonces.-

Por un momento considero qué quiere decir con eso, pero luego recuerdo que resulta obvio que sepa del divorcio de mis padres teniendo en cuenta que es la vecina del lumbreras de mi progenitor.

-         Debería estar enfadado con mi padre, pero no lo estoy.- Comienzo a decir. – Siempre le había recordado como un hombre estricto y sin sentimientos que nunca se preocupó por mí. Supongo que esa imagen de él me había ayudado a no echarle de menos en todos estos años. Como una forma sobrellevarlo, ¿sabes? Es como sí…-

De repente comienzo a reír entre dientes.

-         ¿Qué pasa?- Pregunta mirándome, sorprendida por mi reacción.
-         Nunca había hablado con nadie sobre mi padre. Ni siquiera con Alice y Rober.-
-         Bueno, eso es porque yo soy muy persuasiva.- Menciona, jocosa.

Ella devuelve la vista al horizonte. Yo me quedo un rato admirando su perfil. No sé si es que ella no se da cuenta o prefiere no hacerlo, pero mantengo un rato esa posición, pensando en lo raro que resulta encontrar a alguien que consiga ver lo que eres en realidad y no simplemente lo que aparentas. Cualquier otra mujer hubiera salido corriendo al ver mi aspecto, pero ella sigue aquí, cerca de mí. Me pregunto qué habría pasado si la hubiera conocido tal cual soy, es decir, como Ray Williams Gutiérrez, estudiante de periodismo y audiovisuales expulsado de la facultad por asalto sexual a una profesora. Perdedor nato con pintas de ganador.

Nos quedamos allí un rato más, hasta que decidimos volver a casa. Ella tiene que madrugar mañana para ir a trabajar. Al preguntarla sobre su profesión, me comenta que está trabajando este verano en una conocida tienda de Oxford Street, pero que en Septiembre continuará estudiando arquitectura. No sé que me sorprende más, si que estudie arquitectura o que trabaje en una calle conocida por albergar las marcas más caras y exclusivas de Reino Unido.

Entre conversaciones varias de series, películas y alguna que otra anécdota de relaciones pasadas llegamos a mi casa, que se encuentra inmediatamente anterior a la suya. Llevo su abrigo puesto encima. Ella ha insistido, ya que lleva 3 mangas y dice no pasar frío; a cambio me ha hecho prometer que iré más abrigado a partir de ahora. Llegamos a la puerta de mi casa, a la que ella ha insistido en acompañarme.

-         Muchas gracias por el abrigo.- Agradezco mientras me lo quito y se lo entrego.

Justo cuando se lo estoy pasando, me entra la risa. Ella hace mueca de no entender, por lo que se lo explico:

-         Es sólo que me has invitado a salir, me has comprado un peluche, me has puesto tu abrigo para no pasar frío… es como si el chico fueses tú.-

Ella se une a mi risa mientras me da un ligero empujón. Me ha tocado, esa es buena señal. No, no debo seguir por ahí. El racionalizar todo es lo que me ha llevado a fracasar en mis anteriores intentos. Debo ser simple: al siguiente indicio, me lanzaré sin pensar.

-         Vas a tener que compensarme por todo lo que he hecho por ti.- Suelta mientras ríe.

En cuanto termina la frase, mi cuerpo ignora mi mente y se mueve solo. En el vaivén de Nicole, fruto de la risa, aprovecho la ocasión en la que se acerca a mí para agarrarla y besarla. Espero un empujón, un insulto e, incluso, un daño físico serio. Pero nada de eso ocurre, excepto que ella me devuelve el beso. Es un instante que desearía que no acabase nunca.

Ojalá todo ese momento ocurriese de verdad y no sólo en mi cabeza, pero no creo que sea el momento de dar el paso. En cambio, ambos terminamos de reír y nos quedamos mirándonos fijamente durante unos instantes que parecen eternos.

Mientras el tenso momento tiene lugar, oigo una puerta cerrarse detrás de mí. Se trata de Moss, que parece dirigirse a tirar la basura. Al vernos, se queda petrificado, pensando que interrumpe algo.

-         Hola.- Espeta sin moverse del sitio.

Parece que está esperando a que le demos confirmación de que puede seguir respirando.

-         Moss, puedes moverte, no pasa nada.- Informa Nicole.
-         Ah, vale.-

Dicho esto sigue su camino hacia el contenedor enfrente de casa. Nicole y yo nos quedamos mirándonos, como no sabiendo qué decirnos; no es una situación incómoda, es más bien como si uno de los dos estuviese esperando a que el otro diese el primer paso. Ojalá pudiese ser yo, pero ¿acaso no sería eso salirme del papel? ¿O no haciéndolo me estoy comportando como un idiota “one more time”? A pesar de todo, nos quedamos tal cual hasta que Moss vuelve y se nos queda mirando, sintiendo la tensión que emana de la situación, la cual obviamente le hace sentir incómodo.

-         ¿Sabíais que la mantis religiosa hembra devora al macho durante el apareamiento empezando por la cabeza?-

La capacidad de Moss para soportar situaciones de tensión nunca deja de sorprenderme. Será por eso por lo que estudia ingeniería informática.

-         Moss, dentro.- Suelto como si de una orden a un perro se tratase, obedeciendo este en el acto.

He de tener cuidado. He llegado a usar mi voz normal al mandar para dentro al señor de los insectos.

Vuelvo mi vista hacia Nicole. Su rostro me tranquiliza, la cual muestra una ligera sonrisa.

-         Lo he pasado bien, Trey. Buenas noches.-

Tras soltar la despedida, se acerca a mí y me da un beso en la mejilla. Ese sólo gesto me arma de valor y, antes de poder perderla de vista, decido tomar la iniciativa.

-         ¿Puedo verte mañana?- Pregunto mientras me acerco a ella. – Quiero visitar alguno de los museos de Londres, pero ir sólo sería demasiado aburrido.

En cuanto termino de formular mi propuesta, me arrepiento de lo que he dicho. “¿Por qué no vas con Ray o con Moss?”, me preguntaría ella. Sería lo más lógico, desde luego.

-         Los museos cierran a las 17:00 y yo trabajo durante la semana. Pero si puedes esperarme, podré acompañarte este domingo.-
-         Claro… ¡claro! Te esperaré. No me moveré de aquí, seré como un Bobby Inglés.- Suelto mientras le muestro el “M&M´s Bobby” que llevo en la mano.

¿Se puede ser más estúpido? A pesar de todo, ella ríe, por lo que yo termino haciendo lo mismo. Me encanta esta chica, hace que mis meteduras de pata no lo sean tanto.

-         El domingo por la mañana pues, ¡Cheerio!-

Se despide con una sonrisa mientras se dirige hacia a la puerta de su hogar, mirándome de nuevo antes de cerrar la puerta. En cuanto la veo entrar, yo hago lo mismo y, una vez dentro de mi casa, me arranco la peluca, el retenedor y las gafas y comienzo a realizar mi baile de la victoria al más puro estilo del personaje de Turk en “Scrubs”. No sé cuánto tiempo estoy así, ya que perdí la cuenta en mi 20ª repetición del baile, pero sí os puedo decir que ya me duelen bastante los gemelos.

Hoy he podido comprobar la importancia que tiene ser un perdedor en ciertos momentos de nuestra vida. Nos hace darnos cuenta de que si podemos conseguir cosas estando en lo más bajo, no hay ninguna razón por la que no podamos conseguir todo lo que queramos en los buenos momentos. Ya sea el pedir una cita a la chica que crees que es la elegida, armarte de valor para retomar una relación con el hijo que no ves desde hace 10 años o tragarte el orgullo masculino para volver con la mujer a la que nunca has dejado de amar. Tan sólo espero que mis vacaciones en esta ciudad refuercen esta teoría.

Una vez pasada la euforia inicial y reposando mi danzante cuerpo en el sofá junto a Moss, me doy cuenta de que faltan tres días hasta el domingo. Tres días hasta ver a la chica de mis sueños. Se me va a hacer eterno. Por suerte tengo una habilidad especial, que es la de quedarme embobado mirando las musarañas, haciendo pasar las horas en un santiamén. Dispuesto a hacer uso de esta habilidad, en el MP3 de mi cabeza selecciono la canción “The waiting” de Tom Petty & the heartbreakers y el tiempo empieza a pasar como si no fuera consciente de él; desde la comodidad del sofá, observo como los demás hacen su vida normal. Mi padre vuelve de trabajar, pasa un rato con nosotros, duerme, come, nos deja dinero y se va a trabajar. Moss juega, rolea, chatea, modera, come un sándwich de pavo, se prueba un gorro ridículo, cae rendido fruto del sueño y vuelta a repetir lo mismo al día siguiente. Hay un cambio en la rutina el sábado en el que los tres salimos a cenar a un restaurante italiano cerca de casa, en el mismo Golders Green. Aparecen entrantes, primer plato, segundo plato y postre. Cuenta, pagar, conversación banal camino a casa y a dormir.

Por fin llega el domingo. Lo curioso es que todo vuelve a pasar a cámara rápida. El
tiempo pasa volando más aún cuando estoy con Nicole.

-         No puedo creer que el Britsh museum sea gratuito.- Comento mientras volvemos a casa después de pasar el día juntos.

Lo pasamos tan bien entre nosotros que el lunes decide tomarse un día de asuntos propios en el trabajo y llevarme al museo de historia natural.

-         Ese museo ha sido increíble. Hasta tienen dinosaurios. No puedo creer que sea gratuito.-

El martes pasamos la tarde en su casa viendo un peliculón digno de estudio: “Tienes un e-mail”.

-         Dios me ayude, pero me encanta la canción “Over the rainbow”, ¿a ti no?- Menciona Nicole al final de la película.

Normalmente intento ignorar la voz de mi cabeza, pero está hablando tan alto que ya no puedo hacer oídos sordos: ¡FECÚNDALA! ¡FECÚNDALA YA!
No os alarméis, el hecho de que la oiga no quiere decir que las haga caso.

El miércoles me da una sorpresa. Resulta que la National Gallery abre ese día por la tarde, de modo que la voy a buscar a la salida de su trabajo en Oxford Street y nos vamos directamente hacia allí.

-         No me lo digas. Te encanta que sea gratuito.- Dice Nicole a la salida del museo, orgullosa de anticiparme.
-         Sí, ¿Cómo lo has sabido? Me encanta que estemos tan compenetrados.-
-         ¿Verdad que sí?-

Los dos días siguientes no pudimos vernos, había quedado con sus amigas. Yo me dediqué a emplear de nuevo mi habilidad secreta para perderme en las musarañas hasta que llegase el sábado, día en el que iremos al museo de ciencias, el cual promete ser el museo más interesante.

-         ¡Patético! Encima te hacen pagar si quieres ir a algunas zonas.- Me quejo, decepcionado tras la visita.
-         Te dije que no te hicieras muchas ilusiones. ¿Te animaría el ir a tomarnos uno de nuestros frapuccinos de vainilla con nata al “Starbucks”?-
-         Los tomamos sin nata.-
-         Me encanta que estés siempre tan atento.- Menciona mientras me coge del brazo como recompensa.– Por cierto, mi prima Kim ha oído hablar tanto de vosotros que quiere conoceros. Creo que te hablado de ella: 16 años, activa, muy lista,…
-         ¿La anarquista a la que detuvieron por dar una paliza a Papá Noel en un centro comercial?-
-         ¡No lo digas así, haces que parezca peor de lo que era!
-         Nicole, le provocó una torsión testicular a un anciano de 60 años con la porra de un guarda de seguridad.-
-         Era sólo una niña.
-         ¡Tenía catorce años!-
-         Oh, vamos. Sé que Kim puede ser un poco brusca, pero es muy importante para mí que os llevéis bien. ¿No te gustaría que yo conociese a Alice si estuviéramos en España?

Instintivamente en mi imaginación aparece lo que pasaría en esa situación. Alice se acercaría a ella como si tal cosa y soltaría algo como: “Eres muy mona, quizás demasiado para él. Un consejo, no te preocupes si al principio no aguanta mucho, ha estado tanto tiempo practicando solo que debe hacer maravillas con su mano derecha”.

-         No querría que la conocieras enseguida. Alice es como una sopa caliente, hay que empezarla poco a poco.-

Ante mi comentario noto en su rostro un deje de decepción; sin querer le he dado la impresión de que no quiero conocer a su prima, por lo que intento remediar la situación.

-         Estoy deseando conocer a Kim, Nicole. ¿Qué tal mañana domingo?-

Ahora es la alegría lo que se refleja en su rostro. No me cuesta nada conocer a alguien importante para ella; además, no será tan mala como pienso.
En cuanto termino este pensamiento un trueno se oye a lo lejos, como el presagio de un mal inminente. Tampoco me lo voy a tomar a pecho, Londres tiene un tiempo muy revuelto, aunque ya es casualidad que suene un trueno justo en este momento.



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-         Creo que ayer conocí al demonio.- Espeto con la mirada perdida en el horizonte.

Me encuentro otra gran mañana en Golders Green desayunando los típicos copos de avena junto a mi padre y a Moss.

-         ¿Una mala noche, hijo?-
-         Algo así. Nicole nos presentó ayer a su prima, Kim.-

Miro a Moss para comprobar su reacción, pero él también tiene la mirada perdida en el horizonte.

-         ¿Tan mala es?- Pregunta mi padre, incrédulo.
-         Como dije antes, el demonio.-

Mientras le comienzo a relatar la historia, repaso en mi cabeza los acontecimientos ocurridos ayer.

Nicole nos citó a Moss y a mí en el Winchester, en el que estuvimos esperando durante media hora. Finalmente llegó Nicole seguida de una chica pelirroja con un atuendo peculiar caracterizado por unos pantalones de camuflaje, una boina verde musgo y una camiseta gris con la bandera del Reino Unido en llamas. No estudio leyes, de modo que no sé hasta qué punto esa camiseta era legal, pero estoy seguro de que habrá gente a la que no le haría ninguna gracia. Por suerte, el local estaba tan concurrido a esas horas que nadie se fijó en ella.

Las dos muchachas se acercaron y Nicole, tras saludarnos a ambos, comenzó las presentaciones:

-         Trey, Moss, esta es mi prima Kim. Kim, estos son los chicos majos de los que te he hablado.-
-         Qué pasa, frikis.- Dijo con tono apático acompañado de un sutil movimiento de cabeza.- Sed buenos e id a pillarme una birra, me he dejado el carné falso en casa.-

Moss y yo nos quedamos un rato petrificados, pero al parecer Nicole está más que acostumbrada a la peculiar forma de ser de Kim.

-         Kim, sé buena. Lo prometiste, ¿recuerdas? Chicos, como hemos llegado tarde yo pago la primera ronda. Zumo de arándonos para los dos, ¿verdad?-

Antes de que pudiéramos confirmar el pedido, Kim se hizo notar de nuevo.

-         ¿Zumo de arándonos? ¿Qué pasa estáis con la regla?- Resopló con deje despectivo.
-         No… no en este momento. Es sólo que no nos gusta el alcohol.- Dije intentando no alterarme, siguiendo las líneas de mi personaje, a pesar de que la sangre bullía en mis venas.
-         Buff, no sé cómo lo aguantáis. Yo si no me bebo mis tres Guiness diarias no soy persona.- Soltó como quién dice que bebe 2 litros de agua al día.

No sólo es que la chica sea, ¿cómo decirlo de forma suave?, “intensa”, sino que sus historias están al mismo nivel.

-         Y ahí estamos mis camaradas y yo enfrente de la comisaría de Tottenham. Todo un grupo de jóvenes contra la tiranía de esos cerdos adultos, cuando uno de ellos empieza a gritar por el megáfono: “Aquí la policía. Dispérsense y vuelvan a sus casas. No nos hagan recurrir a la fuerza física”. Y yo, harta de escuchar sus gilipolleces, cogí una botella de cerveza vacía, se la tiré y ¡BAM! Le di en todo la boca. Al pobre bastardo se le saltaron como 3 dientes.-

Mientras escuchaba su relato empezaba a ver el por qué de la drástica represión policial que allí tuvo lugar y cuyas imágenes, de seguro, dieron la vuelta al mundo.

Dicho sea de paso, una de las cosas que me gustan de vivir en Golders Green es que es un barrio tremendamente tranquilo; aparte de unos cuantos coches patrullas sonando por la noche, el barrio está en absoluta calma. Eso sí, la presencia policial se ha vuelto perceptiblemente superior durante el día para evitar más disturbios.

Volviendo a la hija de Lucifer, Kim es una chica peculiar, y no lo digo sólo por su forma de ser y sus historias, sino también por su frase estrella:

-         Mira, un tío bueno.-

En cuanto veía a un chico que creía digno de su atención, se levantaba de nuestra mesa y se iba a hablar con él. Si todo iba bien, a los dos minutos ya le estaba succionando la saliva y, si el chico lo hacía lo suficientemente bien, desaparecían durante un rato. Esto tiene su explicación y es que la chica tiene un cuerpo espectacular, más incluso que mi chica de al lado si se tiene en cuenta que, a pesar de la diferencia de edad, es más voluptuosa.

En una de las ocasiones en las que Kim se alzó para ir de caza, Nicole aprovechó para tener una charla privada con nosotros.

-         Decidme, ¿qué os parece Kim?-
-         Es “intensa”.- Menciono reutilizando el calificativo no ofensivo que tanto me había costado encontrar.
-         ¿Y tú que opinas, Moss?-

Parecía que Moss no estaba con nosotros. No me había dado cuenta hasta ese momento, ya que él es una de esas personas cuya presencia no se hace notar, pero estaba totalmente absorto mirando a Kim, quién se encontraba comiéndole la boca a un chico rubio. No supe cómo calificar la mirada, ya que poseía la misma impertérrita expresión de siempre. Intentado devolverle a la tierra le agité ligeramente para que reaccionase.

-         Moss, ¿estás bien? Nicole te ha preguntado qué te parece Kim.-

Él se nos quedó mirándonos un rato hasta que, cuando por fin parecía que iba a decir algo, se levantó corriendo de la mesa en dirección al servicio. Estamos tan acostumbrados a las idas de olla de Moss (o como Nicole y yo las llamamos, “Mossadas”) que continuamos hablando como si tal cosa.

-         En fin, hay una peli que debemos ir a ver, Nicole, se llama “Horrible Bosses”.-
-         Es esa en la que sale Kevin Spacey, ¿verdad? Me encantó en “American Beauty”…-

Cuando ya llegó la hora de irse a casa, Kim estaba borracha perdida. Se había agarrado del cuello de Moss, quién la llevaba sin levantar un segundo la vista del suelo, con la cara roja como un tomate. Una vez en la calle, nos debíamos separar, ya que Nicole iba a llevar a Kim a su casa y de paso quedarse a dormir allí.

-         Ha sido una cita cojonuda, Trey, ahora entiendo por qué le gustas a Nicole a pesar de que eres más feo que un culo.-

Fue una lástima comprobar que la Kim borracha no resulta muy distinta de la normal, exceptuando que habla más rápido y con peor pronunciación. Ante su comentario, Nicole y yo intercambiamos unas simples miradas y sonrisas nerviosas.

-         ¡En cuanto a ti! – Gritó de repente, dirigiéndose a Moss.- Eres tan mono que me dan ganas de bajarte la bragueta para...-
-         Vaaale, Kimberly, ya ha terminado el recreo. Hora de irse a casa.- Dice Nicole elevando la voz para tapar la de su prima.

Nicole se acerca a ella para arrebatársela a Moss, pero Kim no tiene intención de abandonarle.

-         Noooo, deja que se lo haga… será rápido y te dejaré mirar.-

Empecé a preguntarme qué clase de programas veían los jóvenes de hoy día cuando, para nuestra sorpresa, Kim acercó a Moss hacia ella y le plantó un beso. Y no un beso casual, sino uno de los largos, húmedos y con extra de lengua. Cuando todo pasó, nos quedamos tan anonadados ante la situación que no sabíamos cómo reaccionar. Decidimos intentar no hacer un mundo de ello, nos despedimos con un simple “adiós” y volvimos a casa.

-         Te lo digo en serio, papá, en cuanto volví a casa llamé a la prima Alice para disculparme por haberla criticado todos estos años.-
-         ¿En serio esa chica besó a Moss?- Pregunta mi progenitor como si fuese lo único que ha sacado en claro de toda la historia.

Los dos miramos a Moss, quien se encuentra con la mirada perdida, sujetando la cuchara sobre un bol de copos de avena sin tocar. Muevo la mano enfrente de él para ver si reacciona. No lo hace. Otra “Mossada”. Mi padre y yo volvemos a lo nuestro.

-         ¿Sabes, papá? Insisto en que vayas a ver el musical de “el rey león”, resulta verdaderamente impresionante.
-         Pues de hecho Jaimie, la secretaria del bufete, me invitó a ir, pero no estoy yo seguro de…-

Una vez concluidas nuestras mundanas conversaciones, mi padre se vuelve a ir a trabajar, por lo que me quedo otro día más a solas con Moss.

Mientras ordeno un poco la casa, recibo una llamada de Rober, lo cual se ha convertido en una costumbre desde mi tercer día en Londres. Puede que no lo haya comentado antes, pero hablamos todos los días y está al tanto de todo mi plan con Nicole. No realizamos conferencias internacionales sólo porque seamos BFF[3], eso es obvio, sino porque quiero que me tenga al día de todo lo que acontece en Madrid y en la Brigada:

-         …después de todo ese follón se gustaron y ahora están saliendo juntos.- Termina de contarme Rober.
-         Qué tierno. Un jamaicano y una china juntos. Seguro que Aaron y Lin serán felices. Imagínate que tienen un bebé, podrán hacerle trenzas tanto si es niño como si es niña.
-         Suena un poco racista, pero tienes razón.- Reconoce Rober al otro lado del teléfono.
-         ¿Sabes qué significa eso? Que tú y Alice sois los únicos miembros de la Brigada que estáis solteros. Qué asco, ¿no?-
-         Si… supongo.- Dice por lo bajo.

Antes de que pueda seguir hablando con él, soy testigo de un fenómeno natural de los que muchos hablan pero nadie ha visto: Moss se está preparando para salir de casa sin motivo aparente.

-         Un momento, Rober.- Comento a mi amigo al otro lado del teléfono.- ¿Vas a algún sitio, Moss?-
-         Ah, sí, hoy sale el “Zelda skyward sword”.-
-         No, no es cierto, sale en Noviembre.
-         Ah, entonces voy a comprar el “Batman: Arkham City”.-
-         Sale en Octubre. Lo sé porque lo tengo reservado.-
-         Ah, entonces voy a comprar la PSVita.-
-         No sale hasta el año que viene.-

Tras desmontar sus tres argumentos, Moss se queda plantado en el sitio, sin decir ni hacer nada, hasta que de repente…

-         ¡DÉJAME EN PAZ! ¡TÚ NO ERES MI MADRE!-

Tras su extraña reacción se va corriendo fuera de casa. En fin, otra “Mossada” más. Vuelvo a mi conversación telefónica:

-         Ya he vuelto. Como te dije al principio, he preparado una noche absolutamente romántica para Nicole. Te lo digo en serio, si hoy no consigo conquistarla me retiro del juego.-
-         ¿Y qué tenías pensado?- Pregunta Rober con curiosidad.
-          Gracias a los contactos de mi padre tengo en mi poder dos pases VIP para el “London Eye”, desde donde se pueden admirar las vistas nocturnas de la ciudad. De modo que mi plan consiste en esperarla a la salida del trabajo, llevarla a cenar a un restaurante italiano cercano que está en Bond Street y rematar la faena con una viaje que no ha sentido con ningún hombre desde su padre.-

Ante mis últimas palabras, se abre un pequeño silencio.

-         Eso último no ha sonado muy bien.- Comenta Rober al fin.
-         Sonaba mejor en mi cabeza.- Termino reconociendo.
-         Pregunta, ¿cómo piensas llevarla a cenar si sale de trabajar a mediodía?-
-         Hoy cubre a una compañera, así que tiene turno doble y no sale hasta la noche.-

A través del auricular puedo oír una voz femenina llamándole. Es muy atenuada, pero juraría que la conozco.

-         Tengo que colgar, Ray. Me llama mi…mi madre. Mucha suerte y ya me contarás cómo ha ido.-

Tras despedirnos cuelgo la llamada preguntándome si mi viejo amigo no me está ocultando algo. Decido no sacar las cosas de quicio y pasar el resto del día preparándome para la gran cita.

Ya entrada la tarde, cuando estoy pensando en coger el Mercedes que mi padre me ha prestado hoy para recoger a Nicole, suena mi móvil:

-         Hijo, tengo algo importante que decirte. Respecto a tu plan de esta noche…-
-         Papá no me digas que ahora necesitas el coche. Estaba a punto de salir.-
-         No, escucha. Acaban de llamarme del hospital. Al parecer Clara, la madre de Nicole, ha tenido un accidente.-


                                                        ¿Quién sabe?... Sólo el tiempo


[Momentos críticos se avecinan, ¿cómo se resolverá todo? ¡Averiguadlo el lunes que viene en el capítulo 4]!



[1] Famoso equipo de la NBA, por lo que es de Baloncesto, no de Béisbol.
[2] ¿Pero qué coño?
[3] Best Friendo Forever, o mejores amigos para siempre.