lunes, 30 de enero de 2012

La importancia de ser un perdedor. Capítulo 4: A change is gonna come


Las palabras de mi padre me dejan helado. Lo único que llega a mis oídos es el nombre y la dirección de la clínica privada en la que se encuentra la accidentada. Cojo las llaves del coche, configuro su GPS y voy volando hacia allí.

Apenas soy consciente de todo lo que estoy haciendo. Vi a Clara un par de veces y mi opinión sobre ella es muy positiva. Su forma de ser, independiente y dulce al mismo tiempo, juzgando a la gente por su interior y no su exterior me recordó a mi propia madre. Supongo que tengo tanta prisa en llegar no sólo para apoyar a Nicole, sino también para comprobar que ese accidente no es nada grave.

Al llegar a la clínica observo que hay bastante clientela. No es raro si tenemos en cuenta que los disturbios, según comentan los medios, ya han estallado por todo Londres. Me dirijo al mostrador donde me encuentro, para mi sorpresa, con dos conocidos.

-         ¡Moss, Kim! ¿Cuándo habéis llegado?-
-         Ahora mismo Ray… digo Trey.- Dice Moss.
-         Al final voy a hacerme paso a patadas, llevo 10 minutos intentado hablar con la PUTA del mostrador.- Refunfuña Kim lo bastante alto como para que la oigan.

Con las prisas no me he dado cuenta pero, ahora que tenemos que esperar, me fijo en que Moss lleva dos cosas: una boina roja y una adolescente anarquista tira botellas. He de decir que ninguna de las dos le pega.

-         ¿Por qué estáis aquí juntos?- Pregunto con ánimo indagatorio.
-         Hemos llegado a la vez.- Suelta Kim.
-         Eh, s… n… esto…- Intenta apoyar Moss.

Ante su balbuceo, Kim le da un codazo en la tripa.

-         Hemos llegado a la vez.- Termina diciendo de un tirón a la vez que intenta recuperar el aliento perdido por el golpe.

Llega nuestro turno en la cola antes de que pueda abrir la boca para decir algo al respecto. Pregunto por Clara a la recepcionista y nos dirigimos rápidamente, yo encabezando la marcha, hacia la habitación en la que está ingresada. Una vez allí, entro el primero, encontrándome con una lacrimógena Nicole que agarra la mano a su madre, quién está conectada a un montón de tubos, dotándola de un aspecto frágil. Observando mejor a Clara, puedo observar una cicatriz bastante grande, de unos 10 cm, en su sien derecha Al ver todo esto, freno la marcha por la impactante imagen y me quedo petrificado; Nicole se ha percatado de mi presencia y viene hacia mí. La abrazo tan fuerte como puedo.

-         He venido en cuanto me he enterado, ¿cómo está?-

Ella no contesta, si no que se queda mirando hacia la puerta. Mejor dicho, hacia la persona que está en la puerta. Deja de abrazarme.

-         ¿Qué haces tú aquí? Le dije a tu madre que bajo ningún concepto vinieras.-

Nicole se dirige hacia Kim con ese tono que nunca antes había oído en ella. La sorpresa es patente en todos los presentes.

-         ¿Se puede saber qué te he hecho yo?- Pregunta desconcertada Kim.
-         ¡Es por tu culpa! ¡Por todos los que estáis haciendo estas ridículas revueltas! ¡Los que terminan pagando vuestras estupideces son la gente inocente como mi madre!-
-         No sé de qué coño estás hablando, Nikki.
-         ¡Sí! ¡Sí lo sabes, Kim! ¡Sí sabes de qué coño estoy hablando! ¿Acaso me vas a negar que has estado en las revueltas de hoy?-
-         Hoy he estado todo el día en Hyde Park. Pregúntaselo al friki.- Sentencia, moviendo la cabeza en dirección a Moss.

Se hace un violento silencio que ninguno se atreve a romper. Nicole se dedica a mirar alternamente a Moss y a Kim.

-         Eres una mentirosa. Vete ahora mismo.- Termina diciendo mientras señala hacia fuera con el índice.
-         Nikki, sabes perfectamente que…-
-         ¡Vete! ¡Vete, Kim!-

Su grito evita cualquier protesta, por lo que Kim termina obedeciendo. Moss hace un amago de ir tras ella, pero se queda en la puerta mirándome, como esperando mi aprobación.

-         Ve con ella, Moss, yo me quedo.-

Se marcha y yo me dirijo hacia Nicole, que está sentada en la silla dispuesta al lado de la cama, con las manos tapándola la cara. Me agacho para estar a su altura.

-         ¿Qué le ha pasado a Clara, Nicole?-

Se quita las manos de la cara y las usa para abrazarse, como intentando controlarse para poder contarme lo ocurrido.

-         Hoy es mi cumpleaños.- Comienza.- Esta mañana mi madre estaba haciendo las compras para la cena de esta noche. Estoy harta de fiestas a lo grande, así que sólo quería una cena privada con la gente que me importa, por supuesto tú y tu familia estabais invitados. Le mandé comprar tantas cosas que se le olvidó la tarta. Me llamó al llegar al trabajo para contármelo y la obligué a que fuera a por ella esta tarde, cuando saliera, porque yo no terminaba hasta la noche y no podía. Al terminar la jornada se fue con una compañera del trabajo a la pastelería y al salir de ella se encontraron en la calle con una de las revueltas. Intentaron escapar, pero todo era un caos y sin saber cómo terminaron metidas en medio del tumulto. Todo se fue de las manos, la gente rompía escaparates y lanzaba cosas de las tiendas a la policía, hasta que los antidisturbios empezaron a disparar granadas de gas a la multitud. Una de ellas terminó dando a mi madre en la cabeza y cayó al suelo inconsciente. Su compañera la trajo de vuelta aquí lo más rápido que pudo. Sigue igual y no se sabe cuando podría despertar. Los médicos dicen que podría ser ahora mismo o…dentro de unos días.-

No sé ni qué decir ante una historia así. No puedo ni imaginarme cómo debe ser el estar en sus zapatos.

-         Ha sido culpa mía.- Dice mientras empieza a sollozar.- Si yo… si yo no hubiera sido tan egoísta…-

Finalmente se derrumba y empieza a llorar desconsoladamente. Yo no puedo hacer otra cosa que no sea abrazarla y hacerla sentir que estoy ahí para apoyarla.

Pasado un buen rato, ella consigue recomponerse. He conseguido que se tumbe un poco en el único sofá individual que hay en la habitación. Ahora me fijo en que este habitáculo tiene pinta de lujoso, debe ser una clínica bastante cara. Todo está forrado de madera de roble, tiene una tele bastante grande e incluso un minibar en la esquina.

-         Es una buena habitación, este sitio debe costar un ojo de la cara.- Comento, intentado dar conversación.
-         Mi madre trabaja aquí.-
-         No me digas. Me comentaste que era médico, pero nunca me dijiste dónde ejercía. Debe ser una doctora de las buenas si trabaja en un sitio así.-

El silencio vuelve a adueñarse de la situación.

-         No tienes por qué quedarte aquí. Puedes irte, si quieres. Yo estoy bien, no te preocupes.- Dice intentado sonreír.
-         Tranquila, no me esperan en ningún sitio.-

Intentando dar soporte a mis palabras, cojo la silla de al lado de la cama y me siento enfrente de Nicole.

-         ¿Qué ganas quedándote aquí?- Pregunta mirándome.

Podría decir lo típico de “apoyarte”, pero quiero arriesgarme y decir algo ridículo para romper la tensión.

-         Robar alguna cuña, flores para los enfermos… con suerte incluso un poco de comida kosher[1] de algún paciente judío.-

Me quedo mirándola con auténtico pavor de que me eche allí a patadas. Sin embargo, su faz muestra una débil sonrisa entre las mejillas mojadas por las lágrimas.

-         Idiota…- Dice casi susurrando.

Sonrío ante su reacción, parece que la situación se ha relajado un poco.

-         Soy tu amigo, Nicole. En la prosperidad los haces y en la adversidad los pruebas, como dice el proverbio.-

Ella se queda callada un rato, reflexionando esas palabras, para terminar diciendo:

-         Gracias. De verdad.-
-         De nada. Cuéntame algo de tu madre. ¿Estáis muy unidas?- Aprovecho para preguntar, ahora que se ha animado.
-         Es mi modelo a seguir. Ha llegado a ser lo que quería por sus propios medios, sin que nadie la ayudase. Se casó con mi padre nada más terminar el instituto y él fue un obstáculo más que otra cosa, pero ella le quería, a pesar de que nunca le apoyó en su sueño. No es que mi padre sea mala persona, para nada, pero vive por y para el dinero y en aquel momento…-

Pasamos la noche hablando de su madre y su relación con ella. Por todo lo que me cuenta, Clara debe ser una gran mujer. Al tratar el tema de las madres no puedo más que recordar las potentes y convenientes letras de la canción “Mommy”; y no, no la de la rapera Missy Elliot, sino la de Selah Sue. Me da la impresión de que siempre tenemos en alta estima a nuestras madres, al fin y al cabo son ellas las que están más que dispuestas a quedarse sin nada con tal de que nosotros lo tengamos todo. Ya sea el darse una tregua con su exmarido para que su hijo pase unas buenas vacaciones, darle el dinero que su hija necesita para pagar deudas o gestos tan simples como hacerte saber que está allí en los malos momentos. Viendo a Nicole preocuparse por su madre me di cuenta de que cuando nosotros sufrimos, ellas también lo hacen. Viendo a esa mujer yacer en la cama no dejo de pensar en otra cuyo hijo fue expulsado de la universidad, y en cómo este no pensó más que en sí mismo, como un completo egoísta. Un completo egoísta que piensa disculparse en cuanto tenga la ocasión.

Al despertar de mis pensamientos veo que una doctora y una enfermera entran en la habitación para comprobar el estado de Clara. Nicole observa expectante.

-         Sus constantes han mejorado, pero tenemos que seguir observándola toda la noche.-
-         Gracias a Dios.- Suspira la preocupada hija.
-         Esperemos que siga mejorando.-

La doctora se marcha, pero la enfermera se queda.

-         ¿Tú y tu novio os vais a quedar a pasar la noche, Nicole?- Pregunta, quedándome estupefacto al oír la palabra “novio” para definirme.
-         Sí, me sentiré más tranquila si me quedo aquí.- Responde ella, sorprendiéndome aún más por el hecho de que no haya desmentido la relación.
-         Os traeré mantas.-
-         Gracias, Esther.-

Dicho esto la enfermera se marcha.

-         Pensé que uno no podía estar en el hospital más que en las horas de visita.- Digo, tratando de dejar pasar el tema de “por qué no has dicho que no somos novios”.
-         Y así es. Pero como mi madre trabaja aquí el personal nos lo permite.-
-         Ya veo. Somos unos enchufados.-
-         Y a mucho honra.- Dice sonriendo ligeramente.

Es agradable verla más animada, a pesar de notar aún cierto deje de tristeza en su voz. Espero que todo vaya a mejor a partir de ahora.

La enfermera vuelve a entrar en la habitación, llevando una manta.

-         Sólo nos queda una, tendréis que compartirla.-

Ambos damos las gracias y la enfermera se vuelve a marchar.

-         Ya lo has oído, “cariño”.- Dice Nicole.
-         No tengo frío, tranquila, tápate tú. Voy a salir a hacer una llamada.-

Si voy a quedarme toda la noche será mejor que llame a mi padre, no vaya a preocuparse, de modo que salgo al pasillo y le llamo. Al hablar con él me comenta que le habría encantado ir pero hoy se queda a trabajar hasta tarde; promete estar aquí por la mañana. Poco más le puedo comentar aparte de la mejoría de Clara, de modo que cuelgo y vuelvo con Nicole dentro. Me la encuentro acurrucada en el sofá individual, tapada con la manta, mirando a su madre.

-         Me alegro de que esté mejor.- Digo yo, haciendo uso de una de las frases más tópicas en un hospital.
-         Yo también.- Menciona sin apartar la vista de ella.

Me siento en la silla que está al lado del sofá. Nicole, al verme, sonríe ligeramente.

-         ¿Pero qué haces, Trey? ¿Crees que voy a morderte?-

Yo la miro como no entendiendo lo que quiere decir.

-         Eres tan distinto de tu hermano. Seguro que Ray me habría echado del sofá para ponerse él.-
-         No hables así de él. Es buena gente.-

No entiendo por qué he salido a defenderle con tanta rapidez. Imagino que es porque mi nombre verdadero es Ray, y me he sentido ofendido por ese comentario.

-         Si se parece en algo a ti, seguro que sí.- Dice Nicole a modo de disculpa.- Ven.-

Se levanta del sofá, dispuesta a dejarme sentarme junto a ella.

-         No creo que quepamos ahí los dos.- Observo inocentemente.
-         No te preocupes. Tu te sientas y yo me pongo encima, así los dos podremos taparnos.-

Dudo un poco ante la idea. No será por no tener ganas, sino por el hecho de que no sé si el personaje de Trey haría algo así. Ella nota mi reticencia.

-         Vamos, Trey, no seas tan caballero. A mi no me importa, de verdad.-

Viendo su insistencia no me queda más remedio que ceder, de modo que me siento en el sofá mientras que ella se sienta encima de mí de forma transversal quedando su cabeza en mi pecho y sus pies ligeramente colgando del otro brazo del escueto sofá. La postura no es tan incómoda como pudiera parecer, aunque el notar la respiración de Nicole va a terminar por hacer que nazca otro brazo en el sofá. Contrólate, Ray, respira y piensa en Lady Gaga sin maquillaje.

-         ¿Estás bien, Trey? Tienes cara rara. ¿Estás muy incómodo?-
-         No, para nada, estoy bien.-

Mejor dejo de pensar en Lady Gaga e intento disfrutar del momento de la forma más
platónica posible. No me va a costar mucho, con Nicole mi relación no ha sido intrínseca a mis pantalones, sino que hemos conectado realmente. Unos meses más y sería mi mejor amiga. El único problema es lo que siento por ella, y tenerla encima de mí a estas horas de la noche con el aliento en el cogote no va a reformar el paradigma de “sólo amigos”. De repente comprendo a todos aquellos que se preguntan “¿y si nuestra amistad se estropease?” Todo problema cambia de perspectiva cuando eres tú el que lo sufre. Si tan sólo tuviera una pista de lo que siente, o no siente, por mí…

Teniendo en cuenta las circunstancias, no es el mejor momento para hablar de nosotros. Es el momento de portarse como un buen chico y ayudarla.

-         Igual no te gusta lo que voy a decirte, pero no creo que Kim tenga la culpa de lo que le ha pasado a Clara.- Opino, intentando reconciliar a la bella con la bestia.
-         Ella es igual que todos esos borregos que han empezado a asaltar tiendas y quemar coches.-
-         Es posible, pero recuerda que es una mala edad. Kim no es mala chica del todo, pero está confusa. Recuerdo perfectamente cómo era ser adolescente, de un día a otro empiezas a odiar al mundo, intentas hacerte popular,…
-         …te empiezan a crecer las tetas y no simétricamente,…- empieza a completar ella.
-         …creces tan rápido que la ropa que te gusta ya no te cabe,…-
-         …y piensas que en realidad es que estás gorda,…-
-         Y lo peor de todo…-
-         ¡los granos!- Terminamos diciendo al unísono.

Ante la coincidencia, ambos reímos. Hay muy poca gente con la que sea capaz de acabar una frase al mismo tiempo. Rober aparece en mi mente en este instante. Te quiero, tío.

-         Lo que intento decir es que no deberías alejarte de Kim. Ella es hija única y se nota que te admira. Es posible que haga todo eso sólo para hacerse notar. Todos lo hemos hecho alguna vez.-
-         Eres uno de esos, ¿eh? Uno de esas personas que ven lo mejor en los demás.-
-         Bueno… lo intento…-

El sueño, que propicia silencios, empieza a asaltarnos. Faltan unos pocos minutos para medianoche.

-         ¿Y qué ves de bueno en mí?- Pregunta de repente Nicole.
-         Sólo te conozco desde hace dos semanas, pero… veo en ti a una chica bondadosa y trabajadora, con gran sentido del humor, a la que no le importa ser tal cual es ante los demás. Alguien que no se considera por encima de nadie, porque no juzga. Diría que tu único fallo es que dejarías que te hicieran daño, sólo por no hacérselo tú a nadie.-

Me fijo en que ella tiene los ojos cerrados mientras asiente con la cabeza.

-         Guau, menuda descripción. Mañana me la repites, quiero ponerla en mi facebook.-

Su gracia me molesta en cierta manera, ya que ha quitado  romanticismo al momento.

-         Pero te equivocas en una cosa. No nos conocemos desde hace dos semanas, sino desde hace 13 días, hasta medianoche no será Martes.- Matiza ella mientras gira la cabeza y abre los ojos para mirarme.
-         Lo siento, no te he traído ningún regalo.-
-         Yo tampoco.-

Justo al terminar estas palabras, suena la alarma del reloj digital Casio que Moss me regaló, indicando la medianoche.

-         Habrá que improvisar algo.-

Tras pronunciar estas palabras, se acerca aún más a mí. Mi corazón está a punto de salirse del pecho por la emoción del momento y, estando ella encima de mí, puedo notar cómo el suyo se encuentra en la misma condición. Llegamos al momento cumbre, el entrecerrar de ojos, la aproximación de bocas y…

-         Es broma, bobo. Buenas noches.-

Dice como si tal cosa para girarse y empezar dormir. Yo me quedo unos segundos con la misma sensación que sentiría si Mike Tyson me acabase de arrancar la oreja. ¿Qué demonios acaba de pasar?

De repente ella se gira de nuevo para decir:

-         No te lo esperabas, ¿verdad? Ven aquí.-

Ahora sí, sin más preámbulos, ella se lanza a besarme. Esta chica a veces es desconcertante, pero ha conseguido que sea el beso más memorable que me darán en la vida.

Tras pasar nuestra primera noche juntos, amanece un nuevo día. Ella sigue dormida, de modo que me levanto cuidadosamente, la dejo en el sofá y voy al baño. Compruebo que tengo las gafas, las lentillas y la peluca bien puestas y salgo de la habitación. Ahora me dirijo a la planta baja para dos cosas: comprar unas flores en la tienda de regalos y llevarla un café de la máquina del pasillo. Cargado con todos esto vuelvo a la habitación, en la que descubro que mi chica de al lado ya está despierta.

Al verme con las flores pone una expresión de desconcierto.

-         ¿Por qué llevas flores? ¡Oh, Dios mío! No pasaría nada entre nosotros anoche, ¿verdad?-

Al escuchar sus palabras yo me quedo como petrificado, sin saber qué decir, maldiciendo mi suerte y su poca memoria. Debí suponer que enrollarme con una chica en la misma habitación en la que yace su madre inconsciente me traería mal karma. Creo que me estoy poniendo malo…

-         ¡Es broma, es broma! ¡Ven aquí!- Suelta levantándose del sofá hacia mí.

Nos acercamos y nos damos un largo beso.

-         Un día de estos me vas a matar con tus gracias.- Menciono.

Y no es broma, he notado cómo el corazón me ha dejado de latir durante unos segundos.

-         Hey, deja a mi chica en paz.-

Una voz procedente de la puerta llama nuestra atención. Se trata de mi padre, quien está en la puerta con unas flores en una mano y un globo con la frase “Get Well”[2] en la otra. Ha debido pasar mala noche, porque tiene un aspecto un tanto desaliñado, con la corbata desanudada y unas ojeras dignas de un insomne.

-         ¡David! Gracias por venir.- Exclama Nicole mientras se acerca para abrazarle.

Mi padre me comentó que se lleva bastante bien con ella y con su madre, Clara, hasta el punto de que hay veces en las que incluso cenan juntos. Al vernos todos aquí, da la impresión de que somos una familia más de las muchas que se pueden encontrar en una habitación de hospital. La madre, el padre y los dos hermanos. ¡Un momento! Eso significaría que ayer me enrollé con mi hermana. ¡Eso es asqueroso! Esto no va a acabar bien. Sal de este pensamiento. ¡Sal!

-         Hola, jovencita ¿Cuánto tiempo llevas despierta?- Pregunta mi padre mientras se acerca a la cama.

Esa pregunta me desconcierta, librándome de mis elucubraciones. Nicole y yo nos giramos hacia la cama confusos y, para nuestra sorpresa, nos la encontramos con los ojos abiertos, mirándonos con una leve sonrisa en los labios.

-         ¡Mamá!- Grita Nicole, emocionada, mientras corre hacia ella.

Es casi como un milagro. Los golpes en la cabeza son muy peligrosos, han logrado llevarse antes de tiempo a algún que otro familiar sin previo aviso. Me alegro de que toda esta historia vaya a terminar bien. Al mirar la cara de felicidad de Nicole me doy cuenta de que las cosas malas son aquellas que nos permiten, en última instancia, alcanzar la felicidad. Si no nos encontrásemos nunca situaciones adversas, ¿valoraríamos y disfrutaríamos de verdad los tiempos de paz? Supongo que por eso se dice que  el ser humano no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Si Clara no hubiera sufrido el accidente, Nicole no estaría expresando esa genuina felicidad y no empezaría a valorar más aún a su madre el día de mañana, sino que simplemente lo daría todo por seguro.

¿Valoro de verdad lo que tengo? ¿Valoro de verdad a las personas que están ahora conmigo? ¿O simplemente me quejo por lo que no tengo? No puedo evitar el recordar los momentos en los que les como la oreja a Rober o a Alice sobre lo desgraciado que estoy solo o de por qué siempre lo malo me ocurre a mí. Ese tiempo podría haberlo usado para dar gracias por lo que poseo y aún no he perdido, por los que están conmigo y aún no se han ido, por mis cualidades y no por mis defectos. Ha hecho falta que casi acabe en coma una buena mujer para que yo me de cuenta de esta verdad.

Una vez mi padre avisa a los médicos de la evolución de Clara, vienen a llevársela para hacerla unas cuantas pruebas. Nos avisan de que van a tardar bastante, por lo que mi padre insiste en que Nicole y yo vayamos a dar una vuelta para despejarnos la cabeza. Lo hacemos.

Paseando por el parque cercano a la clínica opto por una táctica un tanto arriesgada dado el reciente cambio en el paradigma de nuestra relación y la rodeo con el brazo derecho. Como habiendo vaticinado que yo haría algo así, ella entrecruza al instante los dedos de su mano derecha con los míos que acabo de pasar por su hombro. Pasados unos segundos gira la cabeza y me dedica una amplia sonrisa que consigue contagiarme ipso facto. Ese pequeño gesto sirve para dejar claro que ahora somos pareja. Ante la realización de este hecho obsequio a mi chica con un beso en su sedoso pelo. No hay gozo más grande que el disfrutar por vez primera del amor correspondido en una nueva relación.

Tras pasar un rato en el parque y comer en un restaurante de comida rápida, volvemos a la clínica pasado el mediodía.

Al llegar, observamos que en la sala de espera se encuentran Kim y Moss. Nicole se para en seco, sin saber bien que hacer. Se gira y me mira, como esperando que la diga algo. Yo simplemente esgrimo una leve sonrisa y asiento con la cabeza. Ella se pone en acción y se dirige hacia su prima. Prefiero no meterme en medio y me dirijo de nuevo a la habitación.

Dentro me encuentro con mi padre, quién parece estar manteniendo una conversación de lo más normal con Clara. Ella tiene tan buen aspecto que parece mentira que hace unas horas estuviera inconsciente.

-         Mira quién ha llegado.- Suelta mi padre al verme.
-         Hola, tigre. David no para de alardear de ti.-

La obsequio con una sonrisa ante sus palabras. Me alegra ver que ya se encuentra mucho mejor. Si quitáramos la cama y todos los aparatos, casi parecería una conversación normal a la puerta de casa.

-         Me tengo que ir a trabajar, pero antes de irme quería hacerte una pequeña confesión.- Comienza mi padre.
-         Dispara, casanova.- Dice Clara, haciendo como que pone más atención.
-         El motivo por el que no vine ayer a visitarte no era que tuviese mucho trabajo. Tenía miedo. Miedo de lo que pudiera encontrarme al venir aquí. Podría decirse que yo… estaba huyendo del problema.-
-         ¿Y eso te hizo sentir mejor?- Pregunta la paciente, atenta a sus palabras.
-         No. Me hizo sentir mucho peor. ¿Quieres saber por qué?-

Ella asiente con la cabeza como dándole pie a que continúe con su explicación.

-         Porque he huido muchas veces durante toda mi vida: huí de un matrimonio moribundo en España, huí de mi primer bufete aquí en Londres e incluso huí del hecho de ser padre. Ahora he llegado a un punto en mi vida en el que me he dado cuenta de que estaba huyendo no sólo por ser un cobarde, sino porque no quería enfrentarme a mí mismo, a mis limitaciones. Puede que suene mal pero, no he venido aquí hoy sólo para verte, sino también para demostrarme que he dejado de huir. Una decisión que ojalá hubiera tomado antes. Por todo ello, lo siento. Siento no haber venido antes a ver a la que es mi mejor amiga. En realidad, mi única amiga.-

Clara sonríe ante las palabras de mi padre.

-         Menudo pico de oro, se nota que tu padre es abogado. - Dice, mirándome, a lo que yo contesto con otra sonrisa.- No hay nada de qué disculparse, David. Ahora estás aquí, es lo único que importa.-
-         Gracias. Bueno, me voy a trabajar. Sal pronto de aquí, ¿quieres? Tenemos pendiente una revancha al “scrabble”. –
-         Con la condición de que la próxima vez uses palabras que existan.-
-         ¡Hecho!-

Dicho lo dicho, se marcha, quedándonos a solas Clara y yo, mientras le doy vueltas a lo que mi padre acaba de decir.

-         Por fin solos, Raymond.-

Oír ese nombre de sus labios hace que me paralice.

-         Te equivocas, Clara, soy Trey.-
-         Vamos, Ray, déjalo. Sé que Ray y Trey sois la misma persona.-

Suspiro resignado. No puedo creer que al final me hayan descubierto.

-         ¿Cómo te diste cuenta?-
-         Bueno, digamos que si tu marido empezó a llevar peluca a los 20 años tiendes a reconocer una nada más verla. Además, David me lo confirmó.-

¡Maldito seas, papá! ¡Te has quedado sin el disco de Juan Luis Guerra por navidad!

-         Tranquilo, no tengo intención de contárselo a Nicole.-
-         ¿Y eso?- Pregunto extrañado.
-         Por dos motivos. Uno, el hecho de que te disfraces no cambia quién eres en realidad. Dos, porque la partiría el corazón el saber que la has engañado desde que la conociste, y yo no quiero eso.-

Oírlo de su madre hace que parezca cruel y mezquino el haberme convertido en Trey. Es curioso como a veces cambiamos las perspectivas sobre algo tan sólo oyendo los hechos de boca de otra persona.

-         Deja que te pregunte algo, Ray ¿Por qué te hiciste pasar por Trey? Tu padre me ha enseñado fotos, eres un chico muy guapo.-
-         Díle eso a las 300.000 mujeres que me han rechazado.- Suelto, cansado de escuchar lo mismo una y otra vez.

Clara no dice nada, como dándome pie a que siga explicando mi conducta.

-         Verás, Clara.- Comienzo, sentándome a mi lado.- He visto toda clase de parejas: feos con guapas, guapos con feas, gordos con delgadas, delgados con gordas, fachas con comunistas, bajos con altas, altos con bajas, negros con chinas,… no sólo eso, ves al resto del mundo con pareja, lo ves al abrir cualquier libro, al encender la televisión, al salir a dar un paseo… y te asalta la misma pregunta. Why can´t I (Por qué yo no puedo)?-

Ella sigue sin decir nada, asintiendo, por lo que continúo.

-         Supongo que quería tener novia a toda costa. He tenido otras relaciones, claro, como mi primera novia, María, cuando tenía 5 años o Lorena a los 16. Pero sólo he sido capaz de tener como novias a chicas que o bien buscaban un chico guapo que las prestara atención, o con problemas de abandono o más aburridas que la película “Grease 2”. Nicole es distinta, pude saberlo desde el instante en que chocó conmigo. Quería conquistarla a toda costa pero, y para mi sorpresa, siendo Ray no lo conseguí, por lo que mi única oportunidad era hacerlo con el hermano gemelo que ella conoció primero, Trey. Lo hice porque noté que Trey le gustaba más que Ray y cuando quise darme cuenta la cosa ya había ido demasiado lejos. Si le decía la verdad corría el riesgo de que me diese la patada y yo… no podía dejarla marchar.-

Cuando la madre de la chica de al lado se da cuenta de que he terminado, se queda unos segundos mirándome fijamente, mientras suelta una pequeña risa.

-         Pero Ray ¿De verdad crees que Trey y tú sois tan distintos?-
-         Sí, claro. Son opuestos. Ray es el chico guapo, atlético y seguro de sí mismo. Trey es el chico educado, sensible y algo tímido.-
-         Corrígeme si me equivoco. Nicole primero conoció a Ray, el prototipo de chico arrogante con el que la he visto salir toda su vida; y después conoció a Trey, un chico cariñoso y comprensivo.-
-         Algo así.-
-         Contéstame a esta pregunta, Ray: ¿Tú no eres Ray y Trey a la vez?-
-         Supongo. Yo los interpreto al fin y al cabo.- Contesto, mareado por este baile de personalidades.
-         Entonces, si Nicole te hubiera conocido a fondo simplemente como Ray, ¿no le habrías gustado igual que Trey?-

He pasado más tiempo haciendo de Trey que de Ray en Londres. Si bien al principio el hacer el papel me costaba, terminé haciéndome con él gracias a ella. Cada vez que yo hacía o decía una locura, ella lo aceptaba e incluso le gustaba, haciéndome sentir cómodo. No es que me acerque más a ser Trey que Ray, sino que el hecho de que uno de ellos fuera aceptado y el otro no, hizo más fácil el seguir uno de los papeles.

Ahora, gracias a Clara, me doy cuenta de que me he comportado tal y como soy todo el tiempo que he estado con Nicole.

-         Ray, soy médico desde hace 15 años y cada día me enfrento a pacientes que me mienten a la cara. Debido a eso sé cuando una persona es honesta. No voy a decirte esto sólo porque seas hijo de David, sino porque puedo sentirlo: tú eres una de esas personas. Por eso te pido por favor que consideres qué vas a hacer con mi hija, porque ella está enamorada de un chico disfrazado de otro que sólo está aquí de vacaciones.-

En cuanto termina la frase, tres personas entran en la habitación. Se trata de Moss, Kim y Nicole. Estos dos primeros saludan a la sanada paciente y empiezan a hablar con ella, mientras que la última viene hacia mí y me da un beso en la mejilla a la vez que me abraza.

-         Gracias.- Dice, intuyendo yo que se refiere a su pelea con Belcebú.- ¿De qué has estado hablando con mi madre?-
-         De teatro.-

Mi padre y Clara, a través de sus respectivos discursos, me han hecho considerar varias cosas.

Al igual que mi progenitor, yo también me he comportado como un cobarde. Es por ello por lo que me encerré un mes en casa inmerso en el profundo mar de los videojuegos, por lo que cogí un avión y me vine a un país extranjero y por lo que me oculté bajo un montón de postizos. Además, mientras hablaba con Clara, me he dado cuenta de algo: no tengo intención de quedarme en Londres. Si me quedara aquí, aunque fuera para tomarme un año sabático, sentiría como si aún estuviese huyendo. Por otro lado, si viniera a estudiar aquí estaría renunciado a mi objetivo de ser el presentador de telediarios más joven de la historia. No quiero seguir huyendo de mis problemas, no quiero seguir dándole la espalda a mi futuro. He de volver para enfrentarme a mi ballena blanca. He de volver a España.

Esto sólo me plantea un problema, ¿Qué pasará con la chica? ¿He de dejarla ahora mismo para evitar que sufra con un mentiroso como yo? ¿O basar toda la relación en una falsa identidad? Si atiendo a lo que dijo Clara, Trey soy yo y yo soy Trey, por lo que la distinción resulta inútil. Aún así, ¿Tendré valor para decirla que tenemos fecha de caducidad?

-         Me alegro de que vinieras a Londres.- Me confiesa mientras sonríe, gracias al buen ambiente de la escena.

Gracias a esta frase, llego a una resolución.

La abrazo con más fuerza, intentando saborear cada segundo de esta caduca relación.





[El momento que estábais esperando tendrá lugar el lunes que viene. ¡Atentos al final de las absurdas aventuras de Ray/Trey!]


[1] Comida típica de los judíos.
[2] Mejórate

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