lunes, 18 de abril de 2011

Reflexiones iniciales sobre "El diario de los Personas"

"La noche es silenciosa, reposan las calles,
en esta casa vivió una vez mi amor.
Ella dejó hace tiempo la ciudad.
Mas la casa permanece, en el mismo lugar.


También hay allí un hombre que levanta la mirada
y retuerce sus manos por el dolor angustiado;
Al ver su rostro, me horrorizo...
¡la luna me muestra mi propia faz!


Tú, mi doppelganger, tú, pálido camarada,
¿Por qué remedas mis penas de amor
que en este sitio padecí
tantas noches, tanto tiempo?”


Estas líneas fueron creadas por Heinrich Heine en 1828 para una de las canciones de la obra “Schwanengesang” (“Swan Song” – la canción del cisne traducido) de Franz Schubert el mismo año de su muerte. Titulada “Der Doppelganger”, que puede ser traducido como “el doble”, hace alusión a la otra parte de nosotros mismos.

Esas líneas no son mías y ni siquiera me inspiraron para la obra que os presento esta semana (las descubrí unos meses más tarde), pero el hecho de que el estilo sea parecido al mío y refleje cierta parte de la trama del presente relato me ha llevado a querer compartirlas con vosotr@s.

Ahora bien, no penséis por esto que soy un intelectual que se sienta con las piernas cruzadas enfrente de su chimenea mientras escucha las grandes obras de Schubert. Me gusta la música clásica, no lo niego, de hecho estudié durante 10 años acordeón y llevo 2 con la flauta, lo cual resulta curioso ya que desentona con mi look de rastafari blanco. Sin embargo no fue en la obra de Schubert donde los escuché por primera vez, en otra ocasión os comentaré dónde lo hice.

“El diario de los personas” es una obra puramente psicológica. Si creíais que “Don´t Forget” a veces pecaba de situaciones imposibles o sacadas de quicio, en esto preparaos para encontraros con sueños, visiones y arquitectura imposible al más puro estilo de obras audiovisuales como “Origen”.

La primera parte comienza en un “Starbucks” del centro de Madrid en el que un abogado, dueño de un prestigioso bufete, se toma un café matutino junto a una de sus subordinadas. En medio de todo ello se toparán con un objeto que hará a nuestro protagonista rememorar uno de los momentos más importantes de su vida.

Qué rollo de argumento, ¿no? Suena simple en un principio, pero os aseguro que la cosa se irá complicando según leáis. Los que me conocéis ya sabéis lo poco que me animan los inicios, pero en este caso me resultó muy entretenido el hacerlo, ya veréis a qué me refiero….

Nada más que comentar de momento, todos los intríngulis que os deseo contar lo haré en su momento en las claves pertinentes. Sin más, os animo a que dejéis en la puerta todo cuanto llevéis encima: llaves, preocupaciones, deseos, sueños… y entréis en la sala del terciopelo azul. Os estaré esperando.


Donald Light.







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